lunes, 30 de enero de 2012

Volví de vacaciones y me encontré el año 2012

Dos semanas de recuperación. Y necesito más, parece.
Dos semanas, o más, para decirles que me encontré con el año 2012 esperándome, coqueto, lleno de detalles, bonito por todos lados, pero siempre sospechoso, misterioso, escondiendo sorpresas detrás de los muros de la vida.

De las vacaciones, acumule tantas cosas para contar, que un día, el primero de enero, en la libreta/cuaderno que lleve para escribir, dejó de ser usada.

Lo ultimo que anoté, fue:

“No tengo palabras hoy para decir lo lindo que ví. En fin, no importa.”

Desde ese día en La Cocha, me deje llevar por los minutos, preguntándome en cada anécdota por los vicios, las manías, lo bueno y lo malo mio. Es lo que uno acostumbra ha hacer al final de cada año, y al primer mes, lo quebranta todo.


La ruta que prometí, masomenos se cumplió.


Visité Cali, y saludé amigos.

Cazuela en la Galería de Cali. Ni les cuento cómo me supó.

Raspao en la Plaza de la Gobernación..

Más horas de viaje, y llegamos a una ciudad en Carnaval, lindísima, y poco a poco nos insertamos en una familia maravillosa, que nos iba dando techo, comida y clases de cultura de una nación sureña ignorada por nosotros por siglos y siglos. Un fin de año mejor, imposible.

En un bus lechero, rumbo al sur sur.

 Plaza de Nariño. Y, Nariño con el sol de la tarde.

 Llegamos, y ean vísperas de fin de año, y los muñecos de años viejos se vendía como el Galeras (el aguardiente, quiero decir).

Unos amigos, que de su jarra mágica, salia "de gustaciones" de aperitivos de licor.

 Los muros de las casas antiguas, Republicanas, que el alcalde anterior tumbó para hacerle al progreso de las licitaciones.

 El susudicho alcalducho, que se fue después de haber tumbado la historia. No le fue muy bien en el desfile de "Muñecos de Años viejos".

 En la casa Zuñiga Afanador quemamos el muñeco de Chavez.

 Ya estaba cacheton, y el sol de La Cocha me cayó de lo lindo.

La Isla de La Cocha en el fondo. Y las nubes...

Las naturaleza en silencio mientras los turistas pasan y pagan por verla.

 Los matachines del caserío de La Cocha. Unos lindos!

 Somos de Sandoná!!

 Las colonias de Nariño, bailando para Pasto

 Una degustación?

 Mientras la fiesta y los días, hacíamos máscaras para salir a bailar en el Carnaval

El desfile de Comparsas. Que es poderoso y lleno de color.

 Así quedé, como cristiano, muerto a manos de un moro

 Es increíble, todo un pueblo, diga tu, 200mil personas siempre de fiesta, dispuesta a tirar o a que le tiren carioca

 Unos limpidos, pero entusiastas (y perezosos también) cristianos entraron a la plaza del carnaval

 El desfile magno, sin arrancar ya mostraba lo que contenía: locura y poesía

 La cara, el arte, el pueblo desfilando arte para el pueblo

 Poderosas carrozas, de hasta 3 pisos, que embellecieron a Pasto por unas horas. No alcanzó la batería ni la memoria para registrarlas... bu!

 No hay límite para la imaginación. Los maestros cogen los mitos, los revuelven con colores llamativos, y los echan a la calle a rodar mientras los aplausos y las vivas

 Así quedamos después de una batalla de dos (la negrita se hace llamar @kachearen)

Así quedamos despues de pedir una cerveza en la carpa Poker.

Así quedamos después de más buenas atenciones de la gente de Pasto

Después de las fiestas, vino Ecuador, aquí cambió un poco la ruta, pero fue por el mismo azar de desconocer un país, por la hora de los buses, por nuestros ánimos, y por la dicha que la buena energía (y la mala también) nos llevó a un paraíso terrenal que daban ganas de quedarse para siempre: Cojimíes.

 Había que coger el bus siguiente. Nunca quedarnos quietos, ni perder días, horas, ni minutos. Pero no teníamos mapa del país, y nos llevaba la intuición

 Hasta dimos vueltas en las calles de la Ciudad de hierro que había en Ibarra, una parada que hicimos para ir hasta Atacames
 Con ustedes, Atacames en la mañanitica.

Ricos mariscos! (5dolares)

 Un idiota que le da por viajar, por mirar al horizonte que explota en rojos alegres, y que está feliz siendo así

 En lo que sea había que transportarse; eso hicimos

 Hasta llegar a Cojimies. Les repito, un paraíso. NO vayan.

 Nunca había visto el sol ocultarse detrás de esa masa inmensa que llaman mar

 La bahía donde llegan las lanchas de pescar o de llevar turistas. Y donde se come rico

 Ellos, aún tienen calles donde jugar juegos. Y tienen juegos para jugar, y amigos, que es lo importante

 De Cojimíes salen muy buenos futbolistas. Pues claro! Juegan con bolas de tenis haciendo "31" controlando la bolita a pesar del ventarrón tan tremendo que hace en el pacifico

 Encocao de corvina

 Ay, vida tranquila y la del mar

 Creo que este paraíso queda ahí en linea con las Islas Galapagos, y las ballenas, las tortugas, las  Iguanas, y hasta los humanos, se vienen a aparear en la Isla del Amor (al frente de Cojimíes), que dicen, satelitalmente se ve como si fuera un corazón

 Arena blanca y negra. Una tierra que le pasas tu mano, o cualquier otro imán, y se te pegan granitos. Nos dijó Frodo (un amigo que conseguimos), es medicinal, y se lo quieren robar las multinacionales pa´hacer computadores.

Desde aquí (el hotel, Paraíso del Atardecer: 20 dolares la pareja), vi algunos días, y me gusto. 
Ojalá dolares, pa´irme a Ecuador y vivir mejor que nunca jamás.

De regreso (para volver a casa hay que viajar 42 horas, coger 14 transportes) nos detuvimos en la preciosura del santuario, iglesia, o comarca de Las Lajas, para prender una velita a la virgen, y mezclar todas las oraciones para que una parcera (y todos nosotros) tengamos fuerzas para la vida que nos toco.



Todavía ando explicando para qué viajar. Digo, para sin moverlo de sitio, llevar el corazón a otros lados, junto con la mente llena de prejucios y estos ojos con los mismos paisajes grabados, y enfrentarlos a otros corazones, mentes, ojos, paisajes con otras costrumbres, y devolverse de nuevo, a su tierra, a su hogar, convencido de quienes están a su lado verdaderamente al momento de irse, y quienes lo esperan con alegría para seguir la vida. Y mirar y sentir y preguntar por los que nunca viajaran. O comer, sonreír, conectar con el mundo, por el que viaja y viaja y no ve sino malos hoteles y gente mala.

Aquí estoy, siempre con el ultimo aliento, la sombra que pasa deambula ahí, queriendo ser luz.