martes, 6 de diciembre de 2011

Vale la pena que CONFIAR le apueste a caminar

Fuí a Urabá, y no escribí nada del viaje. Pero para que dejemos una marca de esos días por este blog, copio un textico que escribí para Confiar y su caminatas por las tierras Urabeñas.

***
 Muy temprano en la mañana del domingo 13 de noviembre, cuando el pueblo de gente negra, indígena, blanca, china, gringa que se transporta a pie o en bicicleta o en carro, o en rapimoto o camión y que va de afán a lados diferentes, no está, era la cita en la agencia de CONFIAR de Apartadó.

 Nos reunimos y sonreímos por estar ahí, el día de descanso, recién bañados, con bolso, sudaderas, fiambre, hijos, hermanos y desconocidos, con ganas de pasear, dejándonos poner nuestros nombres en el pecho, decorando La Chiva (el mejor transporte en tierra caliente) con globos, y comenzando a cantar contagiados por la alegría de David (uno de los guía que le pega bien al tambor y a la palabra), y de caserío en caserío, viendo plataneras y llanuras, llegamos a Turbo, donde otros amigos llenaron  La Chiva con más alegría y sabrosura.



Por carreteras pavimentadas y destapadas, rumbo al norte donde queda el mar, después de casi dos horas y media de viaje cantando, poniéndole nombre e historia al paisaje, llegamos a Necoclí. Ahí, despuecito del pueblo despelotado por una tal válida de vehículos rápidos y extremos, calentamos los músculos, recibimos las instrucciones y la hidratación (y un dulce, y antes un croissant y un jugo, y después nos iban a dar almuerzo con pescao y arroz con cocos, y demás regalos) salimos a caminar por la carretera destruida por las cuatrimotos que valen más que tres casas juntas de esos caseríos.




Y echamos a conversar andando tres kilómetros muy tranquilos (excepto por los pantaneros) hasta un lugar maravilloso, un rincón llamado Urantía, que es una islita de resistencia llena de aforismos, hamacas, cabañas, palos de mangos frondosos, cuerdas y escaleras que hacían ruta de pruebas de habilidad, restaurante y bar en medio de las cabañas típicas del turista que en dos horas que sacan en “puente”, arrasa la naturaleza para “vivir la playa”.




Tres kilómetros que uno creía cortos, pero que apenas fueron, porque más los juegos, el baile, el sol, el bingo, mas caminar un kilometro, más las tres horas de vuelta en Chiva, son como una caminata de esas largas que se hacen en otros lugares donde tiene presencia viva CONFIAR, donde se termina despidiéndose con cariño del otro, diciéndole que se buscan por facebook, que pilas que hay que hacer más caminadas, a donde sea, pero que hay que hacerlas. Valió la pena madrugar.



Vale la pena que la Cooperativa le apueste a caminar para adentrarse en el paraíso que es el Urabá y lo bella que es la gente de CONFIAR.


1 comentario:

Andrea Doria dijo...

Y le siguen llamando destino emergente a este paraiso. Mi urabá del alma.