domingo, 31 de octubre de 2010

Los días después del miércoles

No sé qué pasó el Miércoles 27, me devuelvo en mi mente, en mi blog, en mi twitter, y solo leo y recuerdo un día tranquilo, manso, después de una noche y una tarde de ideas oscuras, eso sí, pero el miércoles como tal fue normal.

Comí Migas al desayuno, con mi prima limpiamos el desorden del parqueadero donde los gatos anidan, publique en mis blogs, salí a la calle hice una vuelta y evite hacer otra porque la lluvia se acercaba, escribí una carta de un tirón y confusión, y un rico almuerzo donde hable mucho (y con algo de emoción, sobre proyectos futuros), luego una tarde tranquilisíma grabando Línea Tierra en el MAMM, y salude a mi padre por teléfono y le dije que siempre que él llegaba llovía, luego a casa, revisamos un guión en voz alta, y después a comprar comida de gato a pie porque en bici o en Moto uno se moja más, y luego, ya en la noche, escribí sobre un libro (con mucho aire de tristeza), y mande un mail con una propuesta, y creo que hice ejercicios de estiramiento, y como se terminan los típicos días, saqué la basura y pensé que llegaban unos tipos y me mataban a golpes mientras empacaban toda la casa.

Un día normal para mí, nada raro, pero después, estos día para acá, han sido diferentes. Nada grande, radical, espectacular. Son las pequeñas cosas de mí, y del mundo, que han cambiado, han virado, son de otra forma. Si fuera poeta, sabría escribirlas. Si fuera cineasta, las sabría grabar. Si fuera pintor, seguro las retrataría igualitas. Pero no soy nada, y soy todo, y siendo desastre, trataré de mostrar mis días después del miércoles.

El jueves me levanto tarde, a eso de las 10, hacía sol, y me gustó. A eso de las 11 tuve una reunión sería, de esas que definen todo, y con voz tranquila, por la resignación y las claridades que tengo, dije mis vainas, escogí un camino diferente pero sin necesidad de huir, y todos esperamos que funcione.

En la tarde, mientras investigaba para el webshow, me llegó un link de una peli que se hizó con una cámara de fotos. Otra ruta que se va aclarando, que muestra posibilidades, y el trailer me hace pensar vainas de mi vida, así nada tenga qué ver:



Qué pena mi vida!
Y sonrío.

antes de que la casa se convirtiera en set, me fui a dar una vuelta en bici a San Javier. El mismo recorrido que hacía muchos años para ir y volver del trabajo. Me comí una solterita, y el aguacero me espero que yo entrara a la casa, caballero él.

Tenía una canción en la cabeza, la había escuchado en una video, y cuando estaba cambiandome la ropa del deporte, alguien la trino, y la dejé por más rato en mí.



"Volver al origen no es retroceder, quizá sea andar hacia el saber".

No es nada, se los advertí, es solo que ya uno ríe, uno piensa una idea y la hila con otra, en vez de destruirla. Una vez un amigo que dejó la marihuana, me confesó que había tenido una semana de pura muerte. Que no pensaba sino en morir. Yo le dije, le confesé, que llevaba años (apenas estaba en mitad de mis estudios) en las mismas. De pronto, pareciese que ahora, hoy, había comenzado otro ciclo de profunda tristeza, pero no.

Se hizó el programa. Largo, con muchos incidentes, pero sincero y divertido.



y después de la conversada en el show, otra conversada con sociologos tirando pura soozologia, y me mostraron ésta perla, que también hace parte de la cadena de pequeñas cosas, que tienen los días diferentes.



un producto hecho hace poco, en pequeños videos, con personajes que se gozan todo a pesar de todas las mierdas uno está, se trabaja y se resiste. Un camino más que hay por recorrer.

Así me acosté, con dos días raros entre pecho y la espalda, con confirmaciones que sí, que andan las cosas cambiando, que se nota (y se lee) que no fue sólo a mí que los vientos, los astros, qué se yo! que se movieron o nos movieron.

Al otro día, temprano, un viernes frío, día de grabar Tecnocoquito.

Con problemas para grabar, porque afuera estaban probando el sonido de una tarima gigantesca, para un concierto de Radio Tiempo. Igual , fuimos y le dijimos, y no le metieron tanta cañaña, y pudimos hacer el 80% del capítulo. Y eso es bien. Ya falta poco para terminar la segunda de nuestra (y de UNE) serie de Tecnología para "el que no se atreve a preguntar".

Al medio día y en la tardecita estábamos buscando (yo) "biche" en Medellín, pero como que no es muy común, o no es fácil de encontrar en tiempo de balaceras y barrios calientes.
El cansancio de una semana negra me acompañaba, quería dormir, pero al fin pare bolas para ir al centro de la ciudad, a "Huequiar" (comprar cosas en El Hueco).

Por primera vez me parece parche (aunque solo por un rato) entrar un almacén de telas y recortes. Se llama "Los Kilos"

A las 5 de la tarde buscando telas para los disfraces, mero parche. Ese almacén es una risa. Las señoras pelean entre si (y con los vendedores) por que cogieron una tela al mismo tiempo, porque no las atienden de primeras. No le falta sino el rezadero, y las señoras pasarían dichosas el día adentro.
Faltaba una cerveza mientras alguien hacia una locura, y una habladita a la carrera, y un te amo muergano,

y un cd que me dice que si se puede vivir de eso,

había que regresar a casa, a dejar las bolsas, y a comer, y en fin.
Una hora después me vií debajo de una sombrilla, rumbo al Festi Afro, no importa la soledad o la lluvia, había que bailar.

Petrona Martinez, preciosa, sabrosura, melancolía de lo de antes.

"Voces de la Marea", que con su nombre, ya se imaginan que es como un arrullo bailable, risueño, gentil.

Luego, después de que los pies me hormigueaban, después de saludar a dos conocidos, uno que me dijo "que qué pensaba hacer" y yo le conteste: "estoy pensando qué más hacer con mi vida" y el parcero, que también se llama juan david, exclamo: "Más?!, usted hace sino trabajar",
si, después de comer Cheestris y de pensar que todo el tiempo hago tanto y yo tan vacío, después de bailar en la lluvia y como me salga, después de estar en medio de los negros, cogí un taxi de esos que te llevan inmediatamente, como un rayo, porque es viernes en la noche y todo el mundo anda volviendo de sus cosas personales.

Como siempre antes de acostarme, estiro los huesos y músculos, y veo videos de internet mientras me tumbo por unas horas, y por casualidad me encontré esta preciosidad, que da vitalidad, que su lógica es la diversión, la individualidad, la sorpresa en un mundo miserable y falso:



otro día cargado de muchas cosas.

Al sábado, casi que no me levanto. 10am. Despacio. Un día despacio. Una reunión para abandonar un camino. Luego, tachar actividades de la lista de tareas, un almuerzo rápido y una conversada lenta sobre esto de internet, de ideas para realizar, de todo lo que se viene.

Ya en la tarde, cuando comienza a hacer frío, sabiendo que no hice esfuerzos para realizar el disfraz, ni hice ganas para asistir al cumpleaños del amigo artista/músico, pero si me aguante una requisa de esas malucas de la poli, y un "azaris" la comuna 13 que parece en guerra sin declarar, todo para endulzarme con un helado de brevas:

y de nuevo a casa, y de nuevo solo con ganas de ir a ver y bailar música de negros. "Algo de negro tiene uno", le dije a un profe que me saludo efusivo en mitad de la gente.

Otra vez me soyé el grupo "Herencia" (la otra vez en Cali los bailé). Había mucha gente, y no había lluvía. Y a pesar de irme con el morral (que parezco de viaje siempre), me hice adelante, donde uno ve mejor, y hasta le caen Cd´s del cielo.

Y después de esa suerte, tan escasa en mí, aproveche los últimos trenes que me llevaban a casa, si, el último, el de los locos, borrachos, enamorados, los quedados, y así llegue a casa, al mismo tiempo que la lluvia (otra vez).

Ya hoy, domingo, me levante y sin bañarme, salí a eso de las 10.30am a dar pedal en la larga ciclovia. Todo para tomarme un juguito, y comer banano, y pensar y respirar.

Ahora son las 7.30pm de un domingo, y yo sentado como un menso frente al pc todo el día.
Es el 31 de octubre del 2010, y yo llevó un poco de años como un menso viviendo porque sí y por que no.

La lluvia clásica del Día de los Brujitos ya cayó, y seguirá cayendo. Ya escribí este pequeño capítulo de mi vida, que demuestra que todo sigue igual, pero que existen hendijas por donde ir transitando los días emocionado y triste a la vez, sin ser pesado, ni gris, ni quejón, y bueno, ser como soy, pero sin autodestruirme.
Me voy a bañar, y me daré una vuelta por algún barrio conocido, a ver a este pueblo disfrazado, que parece que es uno de los días donde somos realmente como somos.
Y yo sin disfraz, porque no es necesario, porque soy un puto.

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