Una película de los Wachowski, sicológica, llena de trucos y golpes y sangres y odios y búsquedas de cambiar el mundo desde lo más alto o lo más profundo. Hecha en la mitad de la década más fea y obscena que hemos tenido, que recuerda luchas pasada, dolores del presente, y miles de caminos que llevan al futuro. No es una gran cinta, ni me cambia la vida, pero la A de anarquía (que al revés es la V de Venganza) me queda marcada en algún lado, y las ganas de patear el trasero de los que nos han tenido jodidos por siglos y siglos amén, se aumentan.
De El Che pasamos (o nos devolvimos) a la máscara Guy Fawkes, y algunos ni se enteran.
Me quedo pensando en la máscara que en nuestro país deberíamos ponernos, y en el ídolo que nos debe inspirar. De aquí pa´tras hay una manada de canallas que han dizque luchado por nuestra libertad, y después se han quedado con ella para ellos, u otros que no sé sus luchas ni sus consignas porque los desaparecieron (de todas las formas habidas y por haber) o se torcieron en el camino, y no quedo sino ese hálito de rabia y ganas de justicias que todos tenemos al saboriarnos o cuando olemos muy bien.
En otras partes y corazones ha pasado y seguirá pasando las revoluciones, nosotros, usted, yo, solo cambiaremos cuando las guerras que libremos no sea por poder ni por moral, sino por la felicidad.
Mientras tanto, que hollywood siga haciendo películas distopicas o películas de mierda, y nosotros las veremos los domingos para “desconectarnos de la realidad”.
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