Desbaratando la casa para irme a otro lado, me fui encontrando pedacitos de historias que no tenia ganas de recordar. El pecho se me inflaba, los ojos se aguaban, el pulso se enloquecía. Y no era cosa que la nostalgia.
Solo ver una canica, dos lapices, y una venda deportiva, te hace recordar la vida que has vivido lejos de la casa de los cuchos, esa que cuesta un montón por los servicios públicos, y por la comida, y por el arriendo, y por los famosos "varios".
Definitivamente, ya no somos niños, pero teníamos un palacio por casa llenos de niñeces.
Todavía no somos buenos estudiantes, pero aun estudiamos.
Y por supuesto guardamos el vendaje, para futuros golpes.
Todo lo metimos en bolsas y en cajas, y por primera vez en muchos años, pagamos para que subieran las cosas y las bajaran del carro. Lo mejor.
Y viajar viendo por el retrovisor un camión con tus cosas por todos lados, seguro es una sensación que has tenido, si no, busque en este mismo blog amigo que aun vive con la mamá o el papá.
Y de nuevo, por no sé cuantas veces que me he pasado, meter en un garaje lo que puedas, y ya vivir en una habitación, ya es otra forma de vivir.
Porque ya boté hasta el router de internet, hasta los detalles que aun guardaba porque tenia cuarto de "san alejo", hasta los monitores que daban amarillo y funcionaban a golpes.
Porque ya me senté por ultima vez en el frío de lo que fue mi lugar, y dejé que todo estuviera vacío, todas esas toneladas de recuerdos están contigo pero que no te molesten sino cuando se necesite la dosis mínima de nostalgia anual. Es un trato.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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