Un dos de enero, me levante a las 11am, hice chocolate, revise internet, me bañe con agua caliente, estoy quemando los archivos de la cámara, y ya hice mi Checkout en Lan, y ahora, si la suerte me deja (y los dolares) iré a conocer la mitad del mundo.
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Sentado en un columpio en la parte norte oeste de la ciudad de la Mitad del Mundo, una ciudad para turistas (el primer centro turístico que tuvo Ecuador), es un símbolo, porque ni siquiera es el 0´0´0, pero como soy turista, aquí estoy.
Brisa helado, y mi gripe anda aumentando (sobre todo en mi fosa nasal izquierda) y el "soroche" extrañamente me acompaña.
No compré tiquet para entrar a ningún pabellón, la chimba! Igual, el metro valió 25 centavos,
Para ir a la mitad del mundo es sino ir a la Av. América (que yo camine desde La Floresta), y de ahí el Ecobus o metro (nunca aprendí a destinguirlos) y un alimentador, y ya está.
Estuvo buena la ventiada al norte de Quito.
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Los pies me duelen mucho.
La nariz no deja de gotear.
Es que camine un montón.
Desde la Floresta hasta Av. América. En los dos, digo, en los cuatro buses me toco parado.
De regreso, otra vez a pie, en medio de la neblina y la brisa.
Pero vamos por partes.
Después del chocolate en La Mitad del Mundo, de nuevo en el bus alimentador, y en la estación pura escena latinoamericana: Fila para el bus, y cuando llegaba, los últimos se metían. Algunos turistas y hombres Quiteños educados trataban de regañar, pero es que es imposible.
Incluso, una señora de esas cansonas, era indignada porque la gente se metía, y ella mientras tanto, se iba metiendo. Peliamos, me dijo que la llamara por usted, y voltió su copete para adelante, en un puesto que se había robado.
3 articulas después pude treparme, y de nuevo hasta el seminario Mayor, y la puta brisa pegaba fuerte en la calle solitaria.
Me puse los busos, y me tape la cabeza con el gorro de la chompa. Unas cuadras después, dos pelados pasaron mirandome, y pensé de una que eran ladrones, pero siguieron de largo.
Di tu dos cuadras más tarde, sentí que el pelao que pensé que era ladrón me mandaba la mano a la cámara que colgaba de un arnés de mi pretina (jean), y no pudo sacarla porque el arnés se da vueltas y siempre que camino queda al revés, y el otro man trato de ahorcarme pero solo (con un codazo que le di del susto) me destapo la cabeza del gorrito.
Los miré por unos segundos, y ellos a mí. Los tres estábamos asustados, y corrí unos diez, o veinte metros hasta pasar a una hippie que caminaba tranquila, y solo un señor más adelante se detuvo con la sombrilla en la mano a ver qué pasaba.
Los negritos siguieron su camino.
No sé porque no me robaron. Tal vez son chicos inexpertos. Pero, yo tenía gripe, estaba cansado y solo, y no era mi ciudad. Buena suerte la mía en plena Calle Colón. Menos mal.
Todo el resto del camino estuve asarado, y por el susto, el frío y el domingo compré una hamburguesa, y desistí ir al cine.
Otro día más en el Ecuador.
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