Feliz con las de caucho. Ayer que baje a la ciudad con ellas, y hoy que regrese al campo con ellas puestas. Las miro y la miro, como niño que juega con su regalo recién desempacado. Me cuidaran en el monte, de las culebras y de los posibles machetazos. Y en carretera, de la lluvia y de los golpes. Me siento más torpe con ellas, pero más seguro. La gracia es amaestrarlos, o como decíamos cuando estábamos chiquitos: Domarlas.
Y, que yo tenga que subir tan lejos, para ser un ratico feliz, dice muchas cosas.
Que me feliciten por aguantar estar solo, y no tiene uno palabras para decir que no es tan bueno, pero que ya acostumbrado, no es tan maluco.
Me sumerjo en los días, que ya más estables y menos maldecidos, me dejan estar embotado, ido, sensible siempre,y trato de divertirme con el trabajo, y no de exigirme tanto. Igual, los tirones en la espalda, en el cuello, en la cintura, así este en la escena que más culto le rinda a Baco, me jalonan. Increíble. Debe ser el colchón. O mi trabajo. O las drogas. O todo juntito.
Debo decir, además que mi casco esta malisimo y su vicera deja ver el mundo (de noche) como un chispero de pólvora, convirtiendo cada luz en una estrella luminosa, y que el impermeable huele muchisímo a gato y está demasiado roto, y que tengo muchisímo ganas de dormir, porque la semana pinta perezosa y lenta, y porque me quedo hasta tarde leyendo, o porque el agua se va y luego viene a las tres aeme y tengo que cerrar llaves, y me levanto a abrir la empresa tempranisimo, y los días son azules y luego grises y me pongo pensativo, y pensar va adormilando....
Mi antidoto para las tensiones y la pereza, es hacer un poquito de ejercicio cada noche antes de dormir. Anoche conocí el parque Lineal La Hueso, que tiene aparatos donde levantarte a ti mismo, y hoy, simplemente me relajo estirando y moviendo músculos mientras la tabla de la habitación suena por culpa de mis cincuenta y cinco de peso.
Ya tengo botas. La parte de abajo, por donde estaba a punto de convertirme en anfibio, ya está protegida. Falta el resto del cuerpo. Pero vamos despacio. Los pies, y un libro, muchos libros, para la cabeza, para ser tan listo con el gato con botas.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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