miércoles, 13 de julio de 2011

Persecución en carretera veredal

Nos bajamos del bus, y a pesar que habíamos cruzado los dedos rogando que parará de llover por dios bendito, en la carretera pavimentada que pisamos cuando nos bajamos las gotas chispoteaban anaranjado, y las gotas que escupía el cielo pegaba contra nuestra humanidades. Mire a mi amiga, y le dije que no había más remedio que cubrirse con lo que tuviéramos.

"Yo tengo una chaquetica", dijó.

Y yo, con mi morral de 10 kilos de peso, llena de vainas importantes como un computador, me tocaba a mí la carpa que tiene capuchita y que cubre hasta las rodillas, y a ella, que le había escuchado varias veces renegar que "lo que no le gustaba de los gaticos era su olor", le tocaba precisamente un pantalón plástico que huele a orines de gato de miles de años.

Las gotas sonaban en la carpa, mojaban los zapatos y los pies al pegar contra el asfalto, y nosotros con bolsos y bolsitas caminamos los primeros metros de 3 kilómetros que faltaban para llegar a casita.

Mi moto está mala, varada, "tirada" a 4 kilómetros en dirección contraria a la que caminábamos (hace dos días se varó), y mi amiga camina conmigo, porque le estoy ayudando a hacer un video, y como "nunca" hay tiempo, aprovechó mi subida en bus y el sábado (o sea mañana) para pegarse la rodadita conmigo hasta la puta mierda y camellar un poquito en la idea.

Y bueno, al pegarse el paseo, aceptó, firmó que iba a soyarse la lluvia, y la carpa cochina, y la conversa mientras se echaba pata, y el porrito que tratábamos de fumar cuidándolo que nuestros dedos mojados, y el aguantarse la carretera "destapada" llena de lagunas de pantano y ríos invisibles, y la oscuridad, y bueno, que nadie nos recogiera en todo el recorrido (normalmente pasa alguien y te dice qué si te arrima), y cuando íbamos llegando, di tú, a 600metros de la casa, a curva y una recta y una subida con rieles y un trayecto corto y una entradita y la manguita y la puerta de la casa, sentimos un carro acelerar y desacelerar el motor detrás de nosotros. La luz de las farolas que iban a pareciendo en la curva de la ye (donde uno deja la basura los lunes) dieron a entender que era un camioncito pequeño que cabía holgadamente en la estrecha carreterita .

No veíamos bien, las luces altas nos cegaban, y como ya no se necesitaba el "aventón", por intuición de caminantes nos corrimos para los borditos de la estrecha carretera de piedras y tierra mojada.
El carro frenó, como esperando. Supongo, no recuerdo bien. De verdad uno no recuerda bien cuando le pasan cosas extraordinarias. Tampoco creí que la escena que venia era importante, así que estaba ahí, poniendo poca atención, cansado y parado en un bordito y metido en una carpa que sonaba: "tas, tas, tas, tas, tas", y viendo el mundo por un pedacito en forma de rombo que la capucha formaba, miraba unos faros altos y luminosos me dejaban ver un paisaje de una vereda ya dormida, tranquila y oscura.

Seguro le volié la mano, para que pasara. Pero no se movió. Pensé que debía ir para una puerta de una finca vecina, y que era tan bacan que nos iba a dejar de caminar a los peatones primero.

Eran las 10.10pm de una lluviosa noche veredal, y regresamos a la marcha, y el camión también.
Volví a mirar, como a ver si es que nos quería llevar. Era un señor, sin duda, pero nada que lo podía ver. Nos quedamos quietos, esperando de nuevo. No hicimos ninguna seña ni movimiento. Yo estaba en la orilla derecha, y ella en la izquierda, y el carro como a 15 metricos. Varios segundos, solo el moto sonando y la lluvia contra el impermeable (tas, tas, tas, tas). Ni nos movíamos, ni pisaban el acelerador.
Ya con el sabor de la rareza en la boca, volvimos a caminar, sin mirarnos, como lo han hecho miles de veces antes de hoy, en muchas carreteras del pasado por donde se camino y se paseo. Y otra vez el bendito carro aceleró, y ese motor que suena muchísimo, y en ese silencio nocturno, mucho peor.
El pánico ya comenzaba a producirse quimicamente y se inyectaba en la circulación. Ahí si en rostro húmedo y encrispado de mi compañera de caminad debajo de una carpa rota.

Me acerco al carro. Es un camioncito pequeño, a contraluz lo veía más grande. Dos toneladas, cabina pequeña pero confortable.

"buenas?..." le dije al asomarme por la ventana que estaba abierta, y le vi la cara al señor. Su rostro decía que él, que tenia cara de Dario o Antonio, estaba algo loco gracias a la botella de Antioqueño que tenia al lado de la silla (y muchos tragos más que seguro se había tomado antes). El supuesto Dario no tenia las manos en el volante, y su cara no me miraba a mi, miraba al suelo, tal vez en ese momento veía borroso su pie puesto en entre el acelerador y el freno.

Me miro por un instante, y a la chica también, y con una voz de rascado, pronunció: "Suban!"
Con mi cara de serenidad sacada de la costumbre de vivir escenas excéntricas como estas o peores, le dije: "tranquilo, ya vamos a llegar".

Y con esa voz humedecida por muchos guaros dobles y triples con y sin pasante, gritó:

"suban!".

Carajo, estamos muy cerca. Camine hacia la casa, mi compañera al escuchar el acelerador me preguntí con sus ojos "qué es esto??!!". Y le hicé un gesto de que yo no sabia tampoco, pero que "todo bien", que es una rareza que no entiendo, pero que esperemos ver que de pronto es broma, o es simplemente es un borracho, o que es un vecino querido que no ha entendido las señas, y corrimos!!
En plena curva, donde el camino se hace estrechos, nos sentimos pisados en serio, y atravesamos la carretera y nos pasamos para la derecha donde había un morrito altico donde protegernos, creíamos.
En todo este rato, la lluvia no se ha ido por un instante, esta presente, mejorando la escena.
Nuestro susto estaba con todos sus muestras, ruidos vocales, nasales y gesticulares que solo se ven en las películas para adolescentes gringas.

Un muchacho en una carpa. Una muchacha en una chaqueta y un pantalón impermeables. Luz mortecina gracias al poste de la subidita. Carro furioso, embriagado y suponíamos, dispuesto a todo.

El morrito se desmoronaba con el peso y la fuerza de nuestro miedo.
"Marica, qué es esto? Falta mucho??!!" me preguntó una voz ya quebrada.
"Ya vamos a llegar, es que es arribita, no más, tranquila..." Respondió mi voz.

A pesar de estar asustado, cabeza loca y corazón acelerado, pensé qué por qué demonios había invitado de repente por chat a la nena que ahora estaba aterrada y con ganas de llorar, si no le hubiera dicho , no estaría involucrada en una escena de terror típica, donde ella, era el foco de la obsesión del conductor loco.
Mientras eso, me acerque, con cuidado para no caerme, y nunca tuve la calma para sacar la cámara y grabar, pero con mis manos mojadas me metí la mano en mis bolsillo, buscando el celular, y le prendí la linterna, y camine otra vez hasta la ventanilla apuntándole a la cara al señor, y darle a entender que estaba ahí, luchando, que también tenia una farolita que enceguecía.
Me acerque de nuevo a la ventanilla, y que el loco estaba aun más loco y más borracho.

"Parce, ya vamos a llegar a la casa. Es allí. Déjenos, déjenos parce!" Le grite un poco con un tono de cansando, de absurdo, de no me jodas parce que no me lo merezco.
Desde adentro la voz enredada me repite: "Montese que le va a ir bien...."

Con los ojos le dije a la nena que corriera, y ella lo hizó por una carretera que desconocía. Y él aceleró detrás de ella, y vi que casi la pisa . Las aceleraciones de los camiones en primera sacan mucha fuerza y levantan la trompa, como picando. Yo corrí al mismo tiempo con el carro, y me lo pase, y la alcance, y juntos buscamos la entradita a un mini caserío que estaba a 20metros al lado derecho. El carro loco nos paso muy cerca, y siguió de largo. El caserío estaba a oscuras y en silencio.

"Tocamos?" Me preguntaban mientras el camión afuera sonaba como si se hubiera encunetado, y su conductor seguía acelarando hasta el fondo para salir.
"pero donde?" respondí mientras buscaba alguna hendija que tuviera luz y me diera muestras de vida. Nada.
Me salí del caserío, y vi el carro encunetado, y sacándole chispas a las piedras y el barro. Me volví a entrar. Tocamos en la primera casa. Pero nada, nadie respiraba ni se movía adentro. Mierda!! Qué demalas, una escena de estas, mi me pasaba a mí, y acompañado con una niña que la quieren mucho en casa y que la llaman a ver cómo están, y que es nerviosa y que claro, tiene meras tetas y culo, y yo sin armas, y sin conocidos en la vereda, y sin fuerzas...

Pensé mientras buscaba más luces, y paraba la oreja a ver si alguien se baja del carro a matarnos, qué seria bueno llamar a la señora que me alquila la cabaña a ver si salia y me salvaba. Pero si la otra vez la llamé cuando me estaba inundando, y me dijo que me tranquilizará, que mañana, para qué putas la iba a llamar?!!

No sé cuanto nos quedamos escuchando, quietos.

Quisiera no contarles que el man se bajo tambaleando con la botella en la mano, y que nos gritaba que nos montáramos, que hifueputa, nos montáramos!! Y obligo (del pelo) a la nena a irse con él, a montarse en el camión blanco de estacas y carpa, mientras ella mordía y pataleaba. Y yo quieto, quietisímo. Y escuche que prendió el carro (casi no lo hace), y se subió los rieles, pero cogió a la izquierda, a una finca que linda con la mía por la parte de abajo.
Quisiera no decirles que me quedé frío, sin saber qué hacer. Y que minutos después, corrí a mi casa, aun asustando, sin saber qué hacer, sin tener los argumentos suficientes para explicarle a la mamá de mi amiga (que no conocía) a que se la llevaron y no sé íle fue bien o mal.
Quisiera no contarles que al otro día vi el carro mal parqueado en la subida, y no me atreví a entrar a la finca a buscar a Dario y a mi amiga (si aun estaba viva). Seguí mi vida, mi camino, mis problemas. Claro, no se me salia de la cabeza la noche anterior, pero había que seguir.


(Carretera donde pasó todo)

Pues, no es necesario contarles, porque no pasó eso. El borracho simplemente se fue, casi que no lo hace, y nosotros corrimos a la casa, y tomamos aguapanela, y pasamos la noche camellando, como si nada. Porque cuando la que se emborracha es la verga (como dijeron por ahí), y las tetas quedan intactas, y nadie graba y ni ve una escena de terror nocturna y veredal, no pasa nada y no es noticia y solo es una anécdota absurda más.

Morrito donde nos montamos para que no nos pisaran.


El caserío de los Vélez en una mañana tranquila.

La cuneta donde el carro rechinó.

Y este es el carro asesino. Bueno, el carro borracho y loco. Bueno, no, el dueño, que a veces lo veo en sano juicio por ahí en la carretera, y me saluda (me pita). Yo nunca me le treparé, pero un día, seguro, sí le digo lo que nos hizó pasar en una noche lluviosa y lejana.

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