Como en muchos Diciembres de mi vida, el día 7, o el 8, salimos a la puerta con un paquete de velas compradas en cualquier lado, y unas tablas sacas de cualquier lado y nos sentamos a prender velitas.
Cuando niño la abuela nos dijo que eran velitas para la virgen. Ya cuando pelaos entendimos que eran velitas para la “candelada del diablo”. Y ahora, sospecho que son velitas para que me den calor y me permitan pensar al ritmo del fuego que consume unos palos de parafina de colores.
Y como este barrio es demasiado tranquilo, y el unico peligro que tenemos (hasta ahora) es que el gato se nos vuele, pasamos la noche ahi afuera, tapando vientos, cuidando fuegos, tomando agua.
Comimos “mecato”, arepa de chócolo, y hasta natilla con buñuelos.
Y dejamos pasar la noche. Tranquilos. A ritmo de emisora “bullosa” y humo de las carnes de los vecinos. Y las papeletas de los adolescentes del otro lado.
Me gusta derretir pedacitos en otras velas, para que duren más, y para ver caer los colores, y para quemarme, por supuesto.
Ahí les dejo una luz, pa´la virgen, o para usted mismo, no se queme.
Comenzó navidad!!
1 comentario:
.... Hemos gastado muchas velas para presenciar este milagro: "las estrellitas existen auqnue nuestros ojso miopes no las ubiquen en el firmamento".
Un Aletazo,
Salmòn - Revista
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