Ahora, nos vamos para el centro de la ciudad, o bueno, no sé, creo que vamos a una iglesia, o capilla, y a caminar por parques, a conocer en ultimas.
(conociendo, por ejemplo, los dolares)
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(medio día).
Humea la sopa. Estamos alrededor de la "Capilla del Hombre". Estamos haciendo el tour "Guayasamin".
Hermosa la mañana (soleada) viendo arte poderoso y potente, y sonriendo con niños ecuatorianos, pensando en latinoamerica.
Un deseo le traté de pedir al Diente de León, y no voló ninguna pelucita. O sea, no se cumplirá mi clásico deseo de "ser feliz".
Son la 1.30pm, en Quito.
Me ha gritado su dolor, que es el nuestro.
Pienso, ahora, viendo a Quito muy amarillo pero chirriado de colores, que no hay por qué detener el decir, el expresar.
Si mientras nos torturan y nos desaparecen (muchas veces físicamente, y otras más suavecitas) lo único que tenemos es gritar nuestros sentimientos.
Gracias maestro.
3.15pm, y en Quito ventea.
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5.15pm, en el parque gigantezco y puso de "La Carolina". (hay que caminar, para conocer).
Hay cerveza, mecato, ventea fresquito.
Cualquier cosa que hago o pienso, está destinada a tranquilizar la cabeza, el corazón. Les digo con maña, a ambos, que tranquilos, que llegaran tiempos de paz, que por un rato hay que cuidarlos para poder librar las próximas batallas en un futuro no muy lejano.
Aquí estoy, aunque no sepa ni donde.
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Un hombre sin memoria (sin recuerdos temporales ni a largo plazo), no puede ser etnógrafo, ni pensador, ni filosofo, ni estudioso, ni nada; un man ahí que anda, que conoce, que se compara, como todos los que han salido de su pueblito a otro punto cardinal.
Comimos papitas fritas, después de haber caminado desde el bonito parque hasta casa, y haber comprado una curita, y negado a ver cine, y visto la neblina llegar en plena hora pico Quiteña.
A ésta hora, 10pm, afuera solo y muy frío. Pero salí a darme un "borondo", a escuchar los ruidos de la noche.
Y valió la pena hoy, porque sí, por estar aquí, por caminar y comer 3 helados en el día, y emocionarse, y sonreír, y sentir que hay que parar el corazón...
Vi dos grafos lindos (de millones que hay) en los muros de la ciudad Bicentenaria.
Vuelvo a sonreír, y mientras las calles andadas a paso relajados, pensé en todo el día que valió la pena, y no me acordé de los detalles, incluso muchas veces tengo que acudir a las foto o al los textos tomados para recordar el nombre del artista hermoso que vi toda la mañana, es Oswaldo Guayasamin, que no se me puede olvidar, carajo!
Ahora quiero agua potable (hay que hervir para tomar, no es como en Medellín), y dormir, o como anoche: ir de un lado a otro, arrullando los cansancios y los sueños. Permitiéndome descansar.
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