Estaba en clase de Teoría Sociológica, y aun la tinta se dejaba ver por la parte transparente. Pero desde primaria, uno aprendió a sentir cuando el bolígrafo, el kilométrico, el Allegro, o el tinta mojada (ya en secundaria), se iba acabar.
Y preciso, en plena escritura, se fue yendo, y yendo, y yendo, y ya solo rayaba. Cambie por el otro lapicero que me acompaña: Un bello rojo!
Aprendí a robarme el lápiz (o lapicero) de los más ricos. Ellos siempre tenían otro en la cartera.
O simplemente me agachaba, y cogía cualquier mochito del suelo, y escribía hasta que no podía más.
Todo, porque mi apá (Alirio), siempre me respondía al decirle que ya el lapicero se había acabado: “Eso nunca se acaba!! o “Yo hace poco le di”.
Y ni eso se acaba de una, ni me lo había dado hacia poco. Estábamos en octubre, y si me dio un pinche lapicero, seria en febrero.
Y desde esos dias, hasta ahora en la empresa, y de nuevo en la U, los lapiceros que tengo y tenemos, han aparecido por arte de los clientes, de un evento donde dieron libretas y bolígrafos, de alguien que los dejo.
Veremos que trae el mañana, mientras tanto, escribo con el rojo en las hojas blancas, hasta que se acabe.
Nos trasladamos
Hace 12 años
4 comentarios:
A mi se me pierden antes de que la tinta se acabe. :P
No! Eso hay que sacarle la tinta toda, y si se va, batirlo como el chocolate, y de pronto te da más. Pero dejarlo perder, nunca! eso seria el analfabetismo
:)
Y... ¿no me vas a poner desnuda en tu blog?
creo que si me sigues preguntando, no.
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