Mientras en Señal Colombia, el único canal de televisión que trata de registrar honestamente esta patria, dan un especial sobre los desplazados, sobre los pobres, y por supuesto de la violencia que sufren los pueblitos más perdidos y maltratados del Cauca, comienzo a teclear un post de esos que anuncian intenciones, me muestran palabras que he ocultado hace rato, que hablan de política revuelta con el amor a la tierra que tengo, a las montañas que perfuman.
Un domingo, por supuesto. Hay que subir hasta San Antonio de Prado, y en el parque a cualquier conciudadano preguntarle lo la ruta a Armenia (o Heliconia), y te dice que derecho por la calle del comando policial, y al final de la calle a la izquierda, y coges camino pequeño de vereda (pavimentado), y un paisaje verde, con campesinos lindos por todos lados, y con estaderos donde venden comida deliciosa. Nos comimos unas arepas de chócolo buenisimas. Doble quesito.
Hágale derecho hasta llegar hasta la Y, a la derecha es para Heliconia. Una bella carretera en curva, parece una culebra envuelta en las montañas. Obviamente, es una serpiente de
Hágale derecho hasta llegar hasta la Y, a la derecha es para Heliconia. Una bella carretera en curva, parece una culebra envuelta en las montañas. Obviamente, es una serpiente de
pavimento sólido.
Y a la izquierda, como el bosque de la muerte, la boscosa, destapada (y en piedritas) carretera. Nadie iba para Armenia Mantequilla, parece que solo nosotros. Despacio, nos botamos a por los 22 kilómetros de polvo y huequitos que decía el letrero.
Y claro, en esos pueblos perdidos, moribundos, que nunca se debieron fundar tan lejos, y tan desprotegidos y tan condenados a la miseria, pero que están ahí, adentro en las montañas, y que tiene paisajes de encanto, tierras paradisíacas.
Y a la izquierda, como el bosque de la muerte, la boscosa, destapada (y en piedritas) carretera. Nadie iba para Armenia Mantequilla, parece que solo nosotros. Despacio, nos botamos a por los 22 kilómetros de polvo y huequitos que decía el letrero.
Y claro, en esos pueblos perdidos, moribundos, que nunca se debieron fundar tan lejos, y tan desprotegidos y tan condenados a la miseria, pero que están ahí, adentro en las montañas, y que tiene paisajes de encanto, tierras paradisíacas.
Y por supuesto, las mismas promesas de los mismos que luego nos olvidan y nos terminan de enterrar las ganas de "salir adelante".
La idea es puebliar. No sé si conocer los 1101 municipios de la gran Colombia. Pero, por este año, si seria bueno conocer todas cabeceras munipales de Antioquia. Son más de 100. Conozco muy pocas.
Esta señalización es nueva (contrato de estos gobiernos de turno). E increíble que no den con los kilómetros (no había 5 kilómetros. Hay más!!). Yo creía que eso eran gobernantes con subalternos que hacían todo a control remoto por allá en el 88. Pero no.
Después de mucho polvo, lindos verdes, y montañas y montañas de bajada y subida, ahí tenemos a Armenia, que la pusieron Mantequilla para distinguirla de otras, y porque los españoles le vieron algo de amarillo desde lejos. Yo solo amarillo veo la iglesia.
Pueblitos hechos en planicies absurdas (por pequeñas y faldudas). Seguro habían podido construir el pueblo en muchos otros planos atrás. Pero no, es aquí, al sur del occidente.
Mientras nos siguen saqueando, y no se preocupan por ponernos en los mapas, ni de adicionar dos o tres cartelitos donde sea necesario para que la gente sepa que para allá, para esas montañas, y por esos caminos, viven más de 5 mil personas, en un pueblito chiquito, bonito, campesino. Tres cantinas, tres carnicerías, dos almacenes, la plaza de mercado en el parque, y claro, la iglesia que nunca falta en la mitad de todo.
Eso haré. Ir hasta cada pueblo escondido, y me siento en el parque, respiro su aire, doy dos vueltas por sus calles, compro dos o tres cositas (comida sobre todo), y tomo las fotos que me de por tomar.
Cementerio con pocas tumbas ocupadas. Pocas casas de colores muy ocupadas.
Es lo que uno puede hacer, ante la desconexión de este país nuestro. Visitar los lugares, para saber y decir qué es Colombia, y registrar con cualquier medio ese instante y esas realidades, y compartirlo con el resto de privilegiados que de pronto pasan por estas paginas, y que algún día serán o tendrán a su cargo, la decisión de sueños y esperanzas de pueblitos enteros.
Armenia, que queda cerca al Valle de Aburra, es así de, de, humilde, digamos. Entonces, cómo serán los pueblos más alejados. Hay que multiplicar las desprotecciones, las miserias, y ya no tratar de imaginársela, sino ir a pasar un rato a su ritmo, a su realidad.
Eso en palabras simples, se llama puebliar.
4 comentarios:
Precioso el lugar.
Yo soy de una zona del norte de España donde los pueblos se asemejan bastante a esto, ahora vivo en la ciudad, me ha traido gratos recuerdos.
Un saludo, y abrazo hasta españa!
muchas gracias por esta crónica, la leí con tanta emoción que se me hizo corta... pero qué belleza! ojalá sigás viajando en la moto roja y nos mostrés estos rinconcitos que nadie conoce.
Un abrazo fraterno.
Esteban: Que bueno que te guste. Vendrán más, vendrán...
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