Cuando volvía de la calle, vi el perro de cabezas de la cobija gigante de la vecina que colgaba en su balcón.
Prueba de ello, la foto.
Con la moto prendida, para que no se apague y pueda subir el resto de escalones hasta la sala de la casa, saco mi cámara y le tomo dos bellas fotos a la cobija matrimonial de los vecinos de Sonsón. Siempre hay vecinos por las ventanas, en los otros balcones. Los siento en la nuca mientras abro la puerta y evito que el gato blanco se salga, me devuelvo por la moto y veo los ojos que se mueven en las ventanas y endijas (ojalá algún día cuelguen su cobija, y les tomo , foto), y meto la moto a la casa de puerta blanca, bajo la pata, apago el motor, voy y cierro la puerta, y en mi mente resuena solo una palabra: "Gobelino".
Como 20 años se me devuelve la mente. Y claro, ahí está el gobelino de dos tigres (jugando?) en una pradera decorando la sala de "Lelis", la mamá de Bayron y Leandro.
Eramos como hermanos, porque nuestras madres parecían hermanas.
Pero el de los tigres no me gustaba tanto, como el de un banderillero clavándole esas cosas a un toro fortachón. Tenia más vida, aunque la escena prepara una muerte. O sea, en la sala de mis amigos había dos gobelinos. Lo máximo.
En casa solo teníamos un cuadro con el puente de San Francisco, o que se yo. Pero gobelino no tuvimos.
Bueno, si cobija grande y peluda. Mi papá la llamaba: "la ecuatoriana" (porque la venden los indigenas de Ecuador). Nosotros, mi hermano y yo, simplemente "la peluda". Y teníamos que sacar todas nuestras fuerzas para doblarla en la mañana cuando mi mamá nos ponía a colaborarle en el arreglo de casa. Cualquier cosa, incluso trapear, que doblar esa "oso".
De eso me acordé mientras la frescura de mi casa me recibía a las 12 y media de la tarde.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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