Caminando para la casa, subiendo casi rosando las paredes de la acerá que tenia algo de sombra.
Hoy a la una PM, subiendo por “Lovaina”, vi en un arrume de basura afuera de una casa azul, un tablero que me recordó las vocales.
Recuerdo a Luz Mirey a mi lado, calmándome, acariciándome, como tratando de encender con amor, el cerebro de un niño de seis años que cuando su mamá le señalaba con una regla la letra E en el tablero, él decía: ¡I! Y pam! Aleida me pegaba un reglaso. Y Luz me calmaba, y me decía, me “soplaba”: La E, y yo por alguna bendita razón decía otra cosa. Solo me sabia la A y la U. El resto las confundía. Pensé pescozón tras pescozón, que era un bruto.
El “tac, tac”, de mi mamá escribiendo, y del mio reescribiendo letras y rayas, me recuerdan las benditas vocales que tenia el tablero de madera que estaba en la casa “del bajo” cuando yo estaba en primerito en la Escuela Integrada Isabel Solis.
Nos trasladamos
Hace 12 años
1 comentario:
Primera vez que visito tu blog. Buenas historias. Me gustaron las fotos.
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