A las 4,30. Alguien llamo. Que me conocia, Que era para una edición “sencilla”.
Hoy, edite un video a un estudiante.
Hoy, como siempre, pensé en mi cuando estaba estudiando. Esas cosas que uno dice y que uno se cree y que en sala de edición se revela todo. Eso de decir “sencillo”, “dos cositas”, “es fácil”, “no hay casi efectos”. Recordé mi angustias por las horas, por cuanto iba a valer y uno sin plata.
40 mil le cobré. Le dije al parcero, que al fin si conocía solo que por el nombre no identifico a nadie, “lo hice con mucho amor"
Yo no puedo solucionar los errores de creación y realización de un estudiante de Ingeniería o de Comunicación. Por más paciencia que tengo, les debo decir qué es lo que no funciona. Decirles que están hablando “caca”. Que esta muy feo. Que eso es clichecisimo!
Es mi deber, como yo quisiera que me hubiesen dicho a mi y no cobrado por cobrar, “Hombre, eso no te va a dar”, o, “eso no funciona”.
También, pienso mientras le busco el cómo pegar lo impegable, que uno también se debe equivocar, pero lo valioso de fallar es saber qué putas fue.
La experiencia de edición que tuve, que tuvimos en el Politécnico y en la vida profesional hasta hoy que escribo esto, fue y sigue siendo muy divertida, sufrida, escasa, intuitiva, experimental, agresiva, radical, compasiva, sub profesional, y sobre todo, personal y de amor.
Edite de VHS a VHS. Toda una noche. Por allá en mi primer semestre. Todo un cuento, una hazaña, una locura. Ambos equipos prestados, con control diferente, marcas diferentes. Al otro día llegue, y el parcero “de grupo” había editado una versión mejor, en sus maquinas, relajado. La mía simplemente “era”, yo solo lo había logrado. Él lo traía ya correcto, y lo mio era un aprendizaje. No lo entregue.
Después de ver la materia montaje y lenguaje audiovisual, fundamentales para editar, vimos “Edición”. Recuerdo que era Premier 4,0. Más malo que Movie Marker. Y solo editábamos fotos de basuras y haciamos videos pro reciclaje. Fue tan malo lo que nos dio el famoso “Camisa Negra”, que nos volvió buenos en eso de contar historias, de mover cosas, de cortar y borrar.
Luego, nos enfrentamos a editar en Premiere 6,0, a la carrera, directo para un show. Llego tarde el producto, y el editor, el que monto, porque todos desde la grabación estábamos editando en la cabeza, llego mal físicamente pero con un casete en las manos. Y un auditorio que murmuraba.
Luego, pasamos al 6.5 con editores sin alma, que se guardan las formulas, y cobran por digitalizar un material. Un frío, una pelades, una rabia, “un no se ve!”, “solo se escucha”. Tanta plata para que no se viera. Ah! Terminamos cansados y con ganas de no volver a intentarlo.
Y luego el Avid, y todo su lujo y poder, y su demora para cada herramienta. Aire acondicionado, mueble de la pensadera, sacar todo el conocimiento que habíamos visto en las pelis, y los videoclips que teníamos en la cabeza, traducirlo a alguien.
Una y otra vez el avid. Una y otra vez sufrir, y esperar, y render, y bajar el video, y esperar el play, y los murmullos.
Y para resumir todo lo que pienso cuando un estudiante llega a mi empresa a que le edite un “videito” para una materia:
Es que pienso en cuando después de nunca sentarme en la maquina y solo ser un montador conceptual, me toco aprender a pegar planos lindos en Premiere 5.0, 6.0, 6,5. Hacer un cambio de vida de Análogo a digital con la llegada del DV, y editar Mac, en Trinity, en Premiere Pro, y Pinnacle Liquid, y hasta de nuevo, el Movie Marker.
Y hoy, cuando el DV es el rey popular y el HD se acerca con promesas de mostrar la vida “perfecta”, aun pienso cuando estudiaba y pagaba lo que no tenia a editores como yo, que estaba de afán para irse a comer un helado, o ir a un concierto.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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