Después de negarme muchas veces al ofrecimiento de mi mamá: “Llévese la moto”; lo pensé, y me dije que en bus iba a llegar muy tarde, y que en moto me podía venir a mi ritmo, y además, aquí en Medellín me serviría mucho.
Hoy, de nuevo me puse el casco, y estuve estresado todo el camino: Ciudad Bolívar hasta Medellín.
Y claro, vi el paisaje lleno de verdes, y comí mazamorra en “La Albania”.
Y otra vez a estar sentado haciendo equilibrio durante horas, y cerrar los ojos para que los sucios no se metan en los ojos, y sentir todos los climas y los vientos, y ver todos los colores y sentir todos los olores. Ir a tanquear. Y aguantar la lentitud de las volquetas, y el acelere de los buses. Comer, orinar, fotografiar, pensar, ventiarse, cansarse...
Otra vez el miedo de quedarse barado en la mitad de la nada, sin minutos, y con 7 mil pesos en el futuro, otra vez detenido por un “Pare” antes de un derrumbe, o por un Policia en un reten de carretera.
No quiero recordar los accidentes, solo quiero llegar a las citas a tiempo, no más. Le haré despacio. Otra vez.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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