En un domingo despejado, con un sol duro, con un aire diferente, con una ciudad más lenta, y con mi cuerpo tensionado, aun estresado de tanto camellar.
Hoy, baje a Moravia, a ver cantar a Chocquibtown.
Ahí, al ritmo de música hecha por jóvenes negros, y blancos, y rodeado de negros (muchos, casi todos), y claro, mucho blanco, pensaba en las historias de mi padre cuando trabajaba en la plaza de mercado de Quibdo.
“El Negro negro no es gente”. Me dijo él, y me dijo la gente en general, desde chico, en la escuela, y en la calle, cuando señalaban (o miraban) a un negro. Pero también los mismos que han señalado han abrazado y querido a un negro.
El negro es parcero, es luchador, es gozón, es berraco, es alegría, es canto, es queja, es pelea, es complique, es elegancia, es traición, es pasión, es sabor, es baile, es arrechera, es racismo, autoracismo, es optimismo, es corrupción.
Digo yo, después de tenerlos de amigos, de vecinos, de enemigos, de entrevistados, que el Negro pobre es lo más bien de este mundo. El negro que tiene cualquier peso es lo mas molesto que existe. No tengo ninguna explicación, solo es una sensación.
Tal vez tanta lucha e injusticias los hicieron ghetto. Hay que saberlos llevar.
“Usted mira, y cuantos negros ve? Solo nosotros”. Me dijo una Negra que estudia en la Universidad Nacional.
Y, Franklin, el cantante, y Franklin el líder de Moravia, nos contaron que aquí (a Medellín) llega el negro a la terminal de transportes, “y para donde va a pegar? Pues pa´donde los primos del morro de Moravia.”
Todos los negros que veo en Medellín, pasaron por mi pueblo en un bus polvoriento buscando un mejor mañana.
Ojalá lo consigan. Ojalá triunfen. Ojalá sus hijos crezcan con nuestros hijos y entre excluidos, desaparecidos y olvidados, formemos un país orgulloso de los que es, y de lo que puede y no lo han dejado ser.
Ser negro no es otra cosa que estar vivo con una piel más fuerte. Creo yo.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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