Hoy caminado las calles de un barrio donde vivimos, vi un balancil colgado en un toldo. Esas dos palabras me recordaron a mi padre y su puesto de legumbres.
Recuerdo que el Balancín de mi padre tenía más años que sus hijos. Es más allí nos pesaron cuando estábamos en pañales.
El, Alirio, quería mucho su fino balancín, en el que pesábamos paquetes de legumbres de 200 pesos, kilos de tomate de 1500 pesos, tres o cuatro kilos de papá para el señor que vendía en el parque, los 8 o los 10 kilos de yuca para la finca del don que tenia un familión.
Con el tiempo, yo, como todos los que trabajábamos con productos que se pesan, aprendí cuanto era una libra, o cuantos tomates daba un kilo.
El balancín estaba colgado de una madera reforzada del toldo viejo, más viejo que mi papá. Nunca fallo la madera, no tuvimos sino problemas de pintura, y de comején, pero bueno, es que pasaron muchas cosas en ese chuzo hecho de tablas diferentes.
Hoy recordé los domingos en el toldo, Hoy recordé que todo tiene su peso exacto.
Nos trasladamos
Hace 12 años
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