Supongo que todo el día estuvimos a 30ºc. El sol pegaba duro en la piel, en las paredes, en el mundo. Todos teníamos cara de día de verano que no fue avisado.
Hoy, en todos lados, por en medio de las hojas y las esquinas, el sol me dio en el rostro que una forma tal, que cerré los ojos con muchas ganas muchas veces.
Pensé en los días sin nubes de mi pueblo. Cuando caminaba contra los muros, intentando beneficiarme con la pequeña sombra que hacían los pequeños techos de las grandes casas. Me pasaba de calle. Hacia zigzag. Me detenía un rato, y me ponía a ver como se movía la sombra, digo, la luz, perdón el mundo, no, es el sol el que se mueve.
En esa época no sabia que se movía todo, solo cerraba un poco los ojos, y miraba al cielo, y calculaba si había una nube cerca o lejos, y comenzaba de nuevo la peripecia de evitar el sol.
El sol lo conocí gracias a mi mamá y mis primas que me asoleaban, y simbólicamente gracias al “caramelo” del Álbum de Chocolatinas Jet, y qué se yo, física y astralmente, gracias a “Discovery en la Escuela”.
Y hoy, si quiero saber más sobre esa luz que me pega en la cara y me hace sentir vivo, es sino escribir “El Sol” en Google, y listo. Y ya mi mamí no esta para casarme en bola al sol. Soy yo solito que aun me voy de techo en techo, y así sea en la moto, aprovechando el poste del semáforo para cubrirme del “mono jaramillo” que te caliente el cuerpo, que te hace doler la cabeza y que de pronto da cáncer, pero que hace bien para la felicidad y te da fuerzas para seguir existiendo.
Nos trasladamos
Hace 12 años
1 comentario:
Yo soy como una mata, necesito el sol para sobrevivir. Asi el monito haga tanto daño y me haga hacer mala cara.
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