Marcha Mundial por la Marihuana, Medellín

La cita era a las 2,37. Clásico tiro de Marihuanero: “A la hora que sea. Todo bien que yo caigo”.

Yo sabia que eran en serio, porque hacia unos días había estado en el Parque del Periodistas en "Porta tu dosis de personalidad", y porque cada día la Comunidad Cannabica Colombiana, nacida en tiempos del 2.0, toma más fuerza (Noticiero local).

Y claro que iba a ir, tenia todos los ingredientes de un "buen" evento.

A pesar que el día antes había marchado en el “Día del Trabajador” del primer de Mayo, y no importase la lluvia que caía en toda la ciudad. Mi salud no importaba, en ese lugar y a esa hora, yo, Juan David Escobar hijo de Alirio y de Aleida, nacido en un hogar católico y humilde, criado con amor en un barrio llamado “San Judas”, tenia una obligación de estar allí.



Como dice un parcero/bloguero con quien camine desde el Pablo Tobón hasta San Juan al lado de otras 800 personas (dice él. Yo digo que 2000), yo pude ser Un Asolapao más y quedarme en casa, y twittear que estaba enfermo, y seguir mi vida normal, como todos los días.

Y no, porque como dijo por un megáfono uno de los marchantes:

“¡¡¡Tranquilo señor tombo (y sociedad) que mi mamá ya sabe todo!!!”

Qué misterio le voy a poner a decir que tengo el mismo vicio que hizo matar a mi tío cuando yo tenia 1 añito, y el mismo que ayudo a que mi papá y mis tíos a estar en las cantinas, en los bares y en los calabazos cuando estaban jóvenes, y el que veía en la mano de “los patos” cuando salia todos los días a la escuela o a jugar en las calles de mi barrio, y el que hizo matar a los mismos patos en la misma acera que los vi fumandola, y el mismito que había por montón en las barras de fútbol, y más poco en la U, y reconozco el mismo verde que vendían el todos los barrios que he camino y donde he vivido, hasta hoy, que afuera, a menos de una cuadra, venden una bolsita con 5.

No hay drama decir que yo cargue la marihuana de los amigos de la adolescencia, y que comí muchos sancochos con “cilantro”, y que probé de todo en la vida (hasta los 20) y me quede con la “hierba” ya cuando estaba en la Universidad, cuando ya había visto morir y desaparecer por ella.

Por eso 2000 u 800, o 5319 o el 30% de la población de Colombia que aun no hemos muerto, que ya no estamos en las esquinas, y que todavía no hemos perdido el trabajo, ni la “cordura”, y que caminaron o pudimos haber caminado fumándonos un “porro” un día por lo menos, por plena Avenida Oriental, eso significa que hago parte de una generación diferente, que lo único que quiere es que la dejen existir, que no perdamos ni el empleo, ni la libertad, ni las pulsaciones por culpa de una decisión personal, o mística, o política.

Dejenos tranquilos, somos buenos muchachos, y con los años y los hijos y las obligaciones, tal vez, mandaremos al carajo (como mi padre) a los vicios.