Y eso lo sé por el presente que vivo.
Tantos días en tantas cosas no me han dejado contarme nada, ni siquiera hasta diez, que debe ser lo mínimo.
Yo si pienso bien, bien, como si mi vida fuera una agenda, me doy cuenta que mañana no tengo nada para hacer.
Ni una promesa, ni una cita, ni una clase, ni plata e
n el banco, ni viernes de rumba, ni domingo de desenguayabe, ni vacaciones, ni quincenas, ni plazos que se venden, ni seguro medico, ni pensiones, ni diciembre, y ni me importa mi cumpleaños...
Mañana tal vez no tenga nada para hacer, pero algo me inventare para seguir esperando una promesa en una cita, o una clase para conseguir plata, o un viernes de rumba que llegue hasta el domingo, o unas vacaciones bien largas que parece un desempleo, o un cumpleaños cantado con mi puta voz que apaga una vela roja de santo ya usada que esta encima de una galleta de chocolate festival.
Bueno, y estas líneas son un intento más de ir soltando estas anécdotas tan insípidas que llenan las casillas de mi agenda cafecita del 2008.
Logre pasar la casa donde vivo para otra parte. Pienso que es la tercera vez, pero seguro que desde que llegue de mi pueblo ya han sido muchas más. Pero digo, mi casa, la que yo pago y que a veces trapeo, a la que llevo plátano para hacer tajadas y una bolsa de leche para hacer avena, a la que le compro una cortina y en donde saco la basura o lavo los platos.
Esa, la que no tiene nada, solo muebles regalados, objetos disímiles, espacios perdidos, alacenas con dos vasos, armarios con una camisa, y no más.
Buscar casa en esta ciudad es muy difícil, y supongo que en todas, y entre más grande el pueblo más complicado se vuelve.
Buscar casa, es una suerte.
Primero, detesto buscar casa. Desde ahí arranca mal la vaina.
Comencé por la agencia donde tenía alquilado la casa donde vivía: Arrendamientos Santa Fe. Una de las tres empresas del triangulo de no sé qué. Pura mierda.

No me ayudaron mucho, me trataron como un cliente más, o peor. Pues, también que se le pide a una empresa que en el 90% son niños y adolescentes. Supongo que apenas tienen la contraseña para reclamar en unos meses la cédula. Parecen jugando a la oficinita.
Para ver casas en Santa Fe se debe escoger una ruta con una cantidad de casas, no más de dos (y si eres buen cliente, tres). A mí me dejaron escoger dos, y eso que antes había escogido varias por internet Y creí haber hecho unas buenas elección. Pero ni cerca.
La primera fue en encizo. Arriba, arriba, por donde queda la afamada La Sierra. Para poder subir hay que hacerlo por calles angostas, sin aceras, llenas de huecos y de policías acostado que se han convertido en huecos. Uno se pregunta cómo demonios sube tanta gente hasta estos barrios, cómo!
Mi presupuesto es de 350 mil, unos 200 dólares americanos. Y como va la economía, va a seguir como bajando mi presupuesto, mi estrato.
Nota. Nos mojamos mucho, mucho, mucho mientras subíamos en la moto.

Esta casa fue la que vi. Casi abandonada. Oscura. Húmeda. Tenía una fabulosa vista de la ciudad, pero nada más. Igual era el comienzo de esta búsqueda.
Después de cerrar la casa, nos fuimos para la otra, que inteligente yo, elegí una que queda en el Popular 1, ahí debajito del metro cable. Lejos, muy lejos de Encizo.

Esta casa era una nota de casa. Piso en cerámica. Puertas de madera. Olía a reforma, a madera, a pintura. Lo malo era que quedaba en el Popular, a donde ya comenzaron a llegar las "águilas negras". Y, ademas las calle para llegar son, son un entuerte complicadisimo. Lomas y lomas. Yo miraba la casa, pensaba en donde putas iba a guardar la moto y cuantas horas se demoraba uno en llegar en moto, y no quería pensar cuanto en bus. Lo único era la vista, el metro cable que casi pasaba por el patio. Era demasiado loco pasarse para el Popular, pero como yo estoy loco, entonces nunca la descarte.
Luego corrí para Castilla, donde había que reclamar las llaves en un deposito. Pero ya habían llegado antes que yo, y espere y nunca llego la otra persona con las llaves. Igual baje hasta la casa y toque y no me abrieron. Era una casa grande, quedaba en la 68, tenia 4 habitaciones y tenia patio (para mis gatos) y un balcón. Una nota, pero nunca alcance a verla. Una lastima
Fin de ese día. Alguien me dijo que la primera salida siempre era decepcionante. Entonces me tranquilice, pero igual seguía sin casa a donde pasarme.
La próxima salida, unos días después, fue a arrendamientos Nutibara, ya que la experiencia en Santa Fe no fue muy satisfactoria, ni cómoda.
Pero me supo a leche de perra, como decía mis amigos de la infancia.
Arrendamientos Nutibara es la burocracia en plena actividad. Dos horas esperamos para que nos dieran turno para ir a visitar unas casa que ya habíamos escogido. ¡Dos horas! toda la tarde. No aguantamos más.
Una llamada después de mirar en la prensa mientras se esperaba, y en arrendamientos Monserrate nos dio posibilidades. Mande a la mierda esta puta agencia que trabaja a ritmo de sus trabajadores: al ritmo de viejitos. Puto arrendamientos Nutibara.
Y como en la moto se llega rápido a todas partes, nos dieron dos papeles para reclamar llaves.
Y claro, otra vez Castilla, otra vez el depósito. Pensé en la casa grande que había visto, pero no, esta era justo al frente, y era del mismo dueño.
Era lo mejor que había visto hasta el momento. Claro, no había visto mucho. Pero esta era amplia, cómoda y tenía mucha luz. Cuatro habitaciones, dos patios, un cocina gigante. Tenía dos o tres cositas malas. Una, era un interior. Dos, abajo había una ferretería-deposito. Tres, imposible guardar mi moto, era un segundo piso.
Teníamos otra por visitar.
Era en Villa hermosa. Uno de los barrios mejor ubicado, ni comuna popular ni en el centro del todo. Tenía una entrada donde podía guardar la moto, pero adentro el espacio era mal distribuido, apeñuscado, húmedo. Se podría vivir allí, pero no era lo ideal.
En fin. Esa fue la segunda salida.
Entonces pensé que no me debía dar por vencido. Que un presupuesto como el mio era bueno, que estaba en la mitad de la posibilidades, que debía de existir mucha oferta. Eso pensé.
Por todo San Juan, donde quedan casi todas las casas de arrendamientos, baje y subí en mi moto. Entraba, preguntaba, y volvía a salir con respuestas negativas. Uno de los asesores me dijo que sí, que ojalá ellos tuviesen casas de 350 mil, porque de una de alquilaba.
Tercera salida, y nada, pero la tarde no había terminado. Yo quería tirar la toalla, ninguna había sido MUY buena. Intente desistir, pero no, apague la moto de nuevo en Monserrate, y pedí otras casas para visitar.
Esta fue por Floresta, por el barrio La Pradera. Ni muy lejos, ni muy en el morro. Una hermosura de casa, bien acabada, demasiadas habitaciones, dos baños, buena cocina, y a demás, tenía abajo un sótano de igual tamaño que la casa. Lo único, es que en ese sótano se murió una viejita.