domingo, 19 de diciembre de 2010

los mismo de siempre en un año diferente

Voy a contar lo que siempre cuento, porque hago lo que siempre hago.

Carretera rumbo a Ciudad Bolívar. Pero Caldas que no perdona y te hace vestir de plástico, y yo si curva a curva sí sentía una rareza en la moto, pero me di cuenta ya lejos, bajando la montaña, donde solo hay un montallantas, que más que desvaradero, es un lavadero de carros.

Válvula de llanta delantera oxidada, lluvia en las cabezas en los los techos y en el "chiqui" que en bicicleta se recorrió varios kilómetros para comprar el neumático numero 17 que me salvará.


Vi la lluvia ir y venir por el valle. Hablé con los parceros del montallantas. Miré sin remedio mi celular sin seña (para twittear, para llamar a mamá).

Al fin atravesé las montañas para llegar a casa, tarde como siempre.
la idea era salir a comer alguito, como excusa de reunirnos antes de que yo partiera a otros horizontes. "Mi papá no va, está enfermo, y mi hermano no va, está trabajando. Eso somos." escribí en el twitter.

Una reunión rápida, informal, llena de chismes, de llenuras, de Juan José dando lidia, y así, juntos, hasta donde la vida nos deje, hasta que nosotros podamos.

No hubo fotos... algunas veces, guardo fragmentos en mi memoria natural.

Recibí una camisa de mi mamá y mi hermano, mi padre me sonrió y tomamos juntos un tinto, los primos se alegraron, los animales de la casa me mordieron, y dos o tres cervezas en un pueblo de locos, fue la justa dosis para devolver a la ciudad en medio de otro aguacero, a terminar de arreglar cosas y vainas y urgencias, y poderme ir a Ecuador (monday, 18.30, por Lan) a entender que debo callar más, respirar más, actuar más, vivir más.

Esa es la búsqueda, pasar las festividades de fin de años en otro lugar que no sea "el mismo de siempre", y darme un respiro, a ver si me respondo.

martes, 14 de diciembre de 2010

los viajes previos al viaje

En días hiperactivos, llenos de tantas cosas para un diciembre de un año más, que me tienen con una adrenalina brutal. En días así, por cosas del destino, tengo en mis manos una edición rebonita de "Viaje a Pie", un libro de Fernando González, de estilo muy sencillo, y por ésto hasta elegante es.

y ahora me sonrío porque no tengo que ir a internet a leer ese prologo tan lindo de Gonzalo Arango le escribió al maestro, ni copiar el Tumblr frases sueltas, ahora puedo ir a la biblioteca (hecha a punta de libros comprados de segunda y dos o tres regalos de gente que me estima) y sacar el librito que llegó de la mano de un policía, enviado directamente por el Alcalde Alonso Salazar, porque se pusó a trinar sobre el libro, y sinceramente me intereso para comprarlo, solo que el primer mandatario de la ciudad sacó como As bajo la manga una clásica actitud twittera, y le hizó un regalo a un joven que normalmente lo critica y le exige por políticas: "telefono y direccion te envío el que me regalo eafit" (via DM).

Por las cosas que hacemos en internet, bacano que el twitter hasta te sirva para el tú a tú con el político, y le puedas decir que está errado o sobrepasado, o recibas, gracias a una gentileza y la posibilidad de la modernidad de hacer vainas medio absurdas, el regalo que querías. (se le agradece sin duda)

"La vida no es un sueño, es un viaje: Un viaje a pie. Y para viajar hay que estar despierto, ¿No?" (Gonzalo Arango)

Ya tengo Das Apostillado, ya hay tiquetes comprados, ya tengo libro para leer en el viaje, ya tengo vía libre para seguir trolleando a Salazar, ya quiero irme lejos, ya quiero viajar, ya el corazón late con rabia porque se había quedado en el limbo inútil del solo palpitar, ya quiero, como este chico que gracias a la revista Orsai lo conozco, no tener miedo, no tener excusas, no parar.



www.Orsai.es

No hay más remedio que irse agarrando a un propósito que nos escude contra la tristeza de la decadencia y de la muerte”. Viaje a Pie.

La vida es un viaje, quién se pega a mi viaje?

lunes, 13 de diciembre de 2010

Siempre envidié

A los carniceros, porque contaban más plata que mi padre, que era un simple legumbrero. Yo veía a sus hijos más gordos, más cachetones, y con mejor ración que la mía. Hijos de puta, siempre los llame.

Claro, pura envidia le tuve al gordito, que era hijo del panadero, que en la escuelita poseía ese morral de cuero que tenía las letras ABC en relieve y a color. ¡Maldito! Creo que lo envidié tanto, que un día después que tocaron el timbre del recreo y que nos habíamos quedado jugando a un gol más a riesgo del castigo, el gordo se reventó la rodilla en un escalón del patio mientras corríamos de regreso al salón. Creo que fui yo el de la mala energía: lo envidiaba por rico, y porque alcanzaba el mesón de la tienda que a mí me superaba por muchos centímetros. ¡Perro!
Envidié a los niños blancos, y con cara bonita, y con familia con plata y de buen apellido. Ellos se quedaban en las "chuchas americanas” y “chinas” y en los juegos de "pico de botella" con las niñas más lindas, que con tiempo se convirtieron en reinas de todas las frutas y tradiciones de mi pueblo. ¡Pirobos! menos mal salieron maricas casi todos!

Cuando chico (todo es cuando chico!), la envidia cuando adultos es más mala, ya verán.
Cuando chico siempre envidie la zurda de los amigos calidositos (ya sean en las bolas, en el fuútbol, en las peleas). Envidié babeado el buen pulso, la buena puntería, de los más gamines del combo, que eran capaz de hacerle rotos a los panales, descalabrar enemigos, bajarse de un tiro la gajera de mangos. Yo solo tenía una diestra que hacía las cosas simplemente bien.

Es obvio que envidie a todos los que ya no eran "cachuchos", a los que a punta de paja había sido capaz de dejar de ser vírgenes, y luego, en las orinadas, podían decir que se había comido hasta la mamá. ¡Malditos! Seguro todo mi odio les ha beneficiado a tener una vida de mierda. Eso espero, y ruego!

No saben cuánto envidié a los que salían al frente del salón y podían exponer sus ideas clara y divertidamente. Yo siempre fui capaz de perder la nota con tal de no pararme allá y hablar pasito (entre los dientes) y ponerme la cara roja o pálida como una hoja.

Siempre miré con envidia de la mala a los que se ganaban todo. Hasta las rifas hechas en hojas de cuaderno, rifado por la Lotería de Medellín y que daba un premio de 1 pollo asado más Cocacola, se ganaban esos pendejos y pendejas. ¿Y yo? Ni mierda! No me he ganado ni una bala perdida.

Y en silencio tuve envidia de los que tenían hermanos mayores a quién imitar y de quién recibir consejos e influencias. Yo desgraciadamente fui el primero de mi familia, el primer primo de todos, al que todos no imitaron ni escucharon ni se influenciaron. Qué desgracia la de mi familia conmigo a la cabeza.

Y por supuesto, envidié mucho, muchísimo, a los amigos que tenían el “verbo” para conquistar las chicas que quisieran. Soy de la especie: “guevas” que piensan que todos los temas son tontos, que las chicas sienten asco por mí, y que me da pena mirar a los ojos, y que lo mejor está por dentro, y esas bobadas. Otro como yo no nace.

Puedo decirles, antes de pasar a las envidias adultas, grandes, mayores, como para hacer una transición entre la niñez, la adolescencia (bendita época donde uno envidia de todo) y la mayoría de edad, que envidie con todo el amor a los que no tenían las orejas grandes y salidas, a los que median más de 1 con 80, a los que no tenían caratejos en ningún parte del cuerpo, a los que tenían un pene grande (o eso cañaban), o bueno, a los que tenían los pectorales normales, y los que no tienen un huesito en el hombro que les impida cargar cosas sin que duela, y obvio, envidié a los de ojos azules y bocas finas, y a los que tienen el cabello normal y no esta enredadera de pelos que de un lado es así y del otro es asá. Los envidié sin odio, para no hacerme daño, para que mis defectos no se resintieran.

Y así, lográndome soportarme con todas estas envidias, y he llegado no sé cuándo y no sé cómo a ser grande y tener unas envidias diferentes.

Pues, por ejemplo, ando envidiando a cuanta pareja se besuquea en la calle y se dicen: “Te amo miamor”, o cualquier cursilería de esa que el amor genera por montones, y envidio a los que corren de la mano porque sí y porque no en un día de lluvia, y envidio serenamente a los amigos que hablan con pasión entendiéndosen hasta los silencios mientras se toman un tinto. Envidio un tantico no más a los que bailan y ponen a bailar, y mucho mucho a los que son buenos para cantar, tan buenos que lo ponen a cantar a uno. Y requeté envidio al que es capaz de callar por horas, y así lo insulten, no está como yo alzando la mano y opinando hasta en lo que no le incumbe. Envidio la "buena presencia" del resto del mundo, a los que se les sientan al lado en el bus y hasta les conversan, porque mi silla siempre es la ultima que alguien elige por ocupar. Envidio a todo el que está feliz, con buena energía, llenos de ganas de hacer las cosas, mientras yo ando sin ´fuezas´ para hacer . Sonrió de pura envidia al ver alguien feliz con las cosas sencillas, a los que viven en el campo y se ponen contentos porque está bien de salú, porque andan naciendo mariposas o el perro amaneció juguetón.

Miro con sospechosa envidia a los que dicen qué saben para donde van. A los que dicen que su hijo les cambió la vida. A los que mencionan que ya lo hicieron todo.

No son envidias de odio y de putería de las cuales me llené en mi infancia. Ni las lastimeras y absurdas de la adolescencia. Ahora es una mezcla de queja fugaz, de querer ese algo esa acción ese momento esa actitud y guardarla en el disco duro para algún día pueda ser ese que envidien, pero serlo con toda, con gusto, sin perder la sorpresa ni mucho menos sentirse supremo, sólo añorar, lamberse, soñarse con una especie de putería, de lástima, de queja o maldición, que es la envidia por un auto bonito que pasa, o el trabajo que anda haciendo un conocido, o la inteligencia de tal desconocido, o la espalda libre de nudos y estréses de los deportistas.

Ahora cada envidia, como cuando veía a los niños comprar Halls o MyM en el pueblo de mi niñez, o cuando un amigo era un líder bacano y todos lo seguíamos ciegamente, o ahora cuando envidio hacer tal cosa por siempre, todas ellas, las trato de hacer posible. Que sea real, tangible, una experiencia más de mi vida. Es como un reto. Como excusa para vivir un día más. A por las envidias!

Lo que no soy capaz de llevar a cabo, por excesivo o problemático, trato de verlo como paisaje, y obvio, no miro ese paisaje, no entro a revisar cuánto vale el Iphone que envidio, o no voy a los parques a ver “contar plata delante de la gente”, ni me voy a una feria de súper dibujantes para que restrieguen su talento en la cara, ni mucho menos me voy a sitios cooles para querer todos las maricadas que están de moda que bien divertidas y envidiables son.

Por ahí leí que la envidia es el único pecado que uno no disfruta, que el resto de pecados capitales son de gozo, de placer y de excesos. Envidiar es faltarle, es saber que qué chimba leerse todos esos libros, que te haría muy bien ese aparato, o esas palabras, es ver en otros y en otras cosas que de "one" te gustan, que de inmediato te hacen sentir que adentrico recién se ha generado un vacío, como si eso que apenas ves y envidias, te fáltese desde hace mucho tiempo. Algo así es la envidia, un vacío inventado, que uno quiere llenar, ya sea con la imaginación o con el esfuerzo real, para uno estar más lleno cada vez más.

Y como decían en el Chavo del 8: “La envidia nunca es buena, mata el alma y la envenena”.

Como vieron, mis envidias son de las buenas, porque mi alma es de las malas.


*"Siempre envidié" es un texto que escribí para un reto de Pecados Capitales de una amiga de twitter. En su blog, a conocidos y anónimos, les causo como gracias, como furia, como incomodidad. Sé lo que siente, envidiosos!!!

domingo, 12 de diciembre de 2010

conocí a José Asunción Silva

Desde hace días ando cogiendo los libros de "Palabras Rodantes", y me los trago en varias idas al baño, sentado incómodamente en una escala, mientras los parlantes del Metro le hablan a un poco de montañeros en inglés, y por eso no he escrito, y por eso no los he devuelto.

Después de Baldomero Sanín, que en una partecita de su selección habla de José Asunción Silva, no quedó otra cosa que leerlo.

Niño superdotado, hijo de comerciantes, en una Bogotá del siglo XIX, pero siempre su mente estuvo en otro lado. Viajó, volvió, y dice el libro que camino los primero pasos del espíritu lírico Colombiano. Murió a los 31. Digo, se mató a los 31 años. Leyéndolo, por su letra y por sus fuerzas y claridades, se me parece a Andrés Caicedo. O será que Caicedo es el Silva del siglo XX?

No sé... Lo que si sabemos es que es el que sale en los Billetes verdes de 5000 pesos Colombianos, y eso debe ser por algo. El que escribe el prologo dice que José Asunción representa "ese sentimiento al mismo tiempo doloroso y sublime, hondo y dulce, contradictorio y terrible que se resume en la expresión: SOY COLOMBIANO".

Demasiado emocional, sentimental, poético. Siempre grito que no soy capaz con la poesía pura, pero algunas palabras del autor me llegaron. Entonces, lean:

Podría copiarles frases de cada poema, de cada rima, pero no, qué desgaste. Debo reconocer que no era el tiempo para leer cantos al amor, pero bueno, fue lo que la mano cogió al escoger el próximo libro.

No solo le escribe al amor, sino a otros dolores también. Dolores y colores que todos tenemos.

Una poesía tan diversa, que hay cosas que directores de cine y animaciones super famosas han llevado a las pantallas, que Silva ya las cantaba desde hace un buen rato:

Frases sueltas, que son bonitas por alguna razón:

"¡cómo tendeís las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos
!"

ó

"¡El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,
un pensamiento puro,
en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes!,
¡como burbujas de oro en un viejo vino oscuro!

ó

"Las cosas viejas, tristes, desteñidas,
sin voz y sin color, saben secretos
de las épocas muertas, de la vida que ya nadie
conserva en la memoria..."

Versos y versos. Algunos llenos de un humor negro:

"Cuatro lunas más tarde, entre las sombras
del crepúsculo oscuro en el silencio del lugar y la hora, entre las tumbas
de antiguo cementerio
Lázaro estaba. sollozando a solas
y envidiando a los muertos
".

Y para terminar de compartirles un libro más que me leí, tres textos que me dan aliento para seguir, a pesar de la soledad, y de haber puesto todas mis cositas e ilusiones en un barco a punto de partir (¡tan marica yo!).

Y aquí está el texto que le de da titulo al librito, brillante:

y una recomendación adicional al leer (solo, en pareja, en familia, en público), de parte de José Asunción Silva (que dijo que un barco se le ahogo lo mejor de su obra):

viernes, 10 de diciembre de 2010

Las velitas se queman solas, y los días también

Me saboreo con una mala cara tenaz un vino tinto que compramos en el mercado como cariñito para los que nos gusta los cariños.

Un diciembre lleno de cosas, de aceleraciones, de trabajo, de nostalgias.

El día de las velitas, por lo cual escribo, paso tranquilo.

Prendí Velas. Dos paquetes.

Las encendí cuando el trabajo me dio tiempo, ya cuando el resto del mundo las estaba haciendo una bola de esperma, o veían subir cerca a sus cejas la "candelada del diablo".
Afuera llovía, y mis velas las tuve que poner debajo del techo, casi adentro de la casa, en el balcón donde nadie de afuera ve nada, ni huele casi nada.

Pensaba que qué pendejada encenderlas, que ya no estaba mi hermano (compañero en casi todas las encendidas de velas), y que no tenia a nadie a mi alrededor en ultimas, que ni los gatos que andan siempre lejos y dormidos, y que no hacen caso por el nombre que les inventé, y que cuando les cuento uno que otra idea que ando pensando solo se limitan a lambersen una pata o acicalarse su cosito con paciencia.
A pesar de la lluvia y las nostalgias, las velas de todos los colores quedaron reducidas a una mancha de cera en la primera tabla que me encontré. Porque bacano ver extinguir el fuego, porque tranquilizador ver arder, para suavizar la emociones, para tratar de acabar con el calor que mucho tiempo me tuvo de píe, más brutal y feliz que nunca, y que ahora por razones que aun no entiendo y que son lejanos a mí, me impide seguir, me hacen daño, estorban, me punzan, me hacen llorar. Y no, no me lo puedo sacar.

A la una de la mañana las velas seguían quemando el aire, y yo ya no tenia ni energía ni aire.
Fui a la cama como las otras noches pasadas: me arropo con casi todas las cobijas, hago un puchero de esos que le salen a uno en la impotencia, me abrazo, me voy para dentro, donde hay solo olvido.

Vendrán otros fuegos, y se consumirán igual que los días, que la vida.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Machete está en la ciudad

Hoy subía por la canalización después de pedaliar bajo el sol que le daba azul al cielo y moreno a mis brazos (más!), y vi en una caja de teléfonos el nombre de una película que me hizó reír como chancho:

Supongo que es un apodo de alguna banda local (de fútbol), y no algo relacionado con la película, serie b= poco billete, de Robert Rodriguez, llamada: "Machete".

si, una película Bizarra con todas la ganas que pudieron hacerla. Absurda, mala, hasta "pendeja!". Pero con actores de lujo, con un guión podrido pero lleno de finos detalles que denuncian que México ya puede tener héroes (por su cultura y gente tan como es), y que el autor y todo su grupo se saben los trucos de hollywood y que se los burlan de ellos por puñetas, por gringos, por malnacidos que creen que los hispanos somos cómo en sus odios.
Una banda sonora divertida y bien hecha, unos chistes que te hacen arquiar de la euforia, y todos los miedos a las armas cortopunzantes tocan tu sistema nervioso, y sangre y sangre y sangre, y muchas manos y cabezas rodando por todas partes:



Una basura de película que hay que ver, para que te cojas de la mano con tu amor, o mires aterrado a tu amigo y compartan miedos, o en tu soledad te muerdas las uñas y sonrías socarronamente.

Viva Machete! que viva ese instrumento que abre trochas y posibilita la agricultura, la aventura, y traer leña a casa, y claro, también permite darle una planera o rajar en pedacitos a tus enemigos.

Cierro los ojos, y en mi mente como en fade in van apareciendo una a una las imágenes de gente cortada corriendo, o heridos (machetiados) abatidos en el suelo por la rasca y las heridas, indios que se mataban unos a otros sin dar un paso atrás (con honor). Abro los ojos, y me digo: mi pueblo es muy machetero!

¡Arriba los machetes! diremos desde México, pasando por Puerto Rico, Colombia, y el resto de países que necesitamos revolucionarnos para que por lo menos nos traten como personas, para no morir como esclavos sino como guerreros.

Vaya a cine, y pásela rico. Hay twitter para seguirlos, hay canal de Youtube, de Facebook, y la frase de los pobres y los feos, y los nadies somos más, y que seguro algún día reaccionaremos, y les dejaremos de sostener el mundo donde los pocos güeyes viven y disfruten su mierda de vida.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

a mis 28

Que ande perdido no significa que no sepa para donde voy, pensaba ahora en la tarde mientras los sentimientos uno a uno pasaban dentro de mí como el paisaje que veía por la ventana del Metro.

Yo no fui el que tiró los dados de mi vida. Pero ya que están tirados, asumamos las perdidas y las ganancias. Es lo poco que me queda.

Hoy, que algunos conocidos y amigos me saludaron por las redes sociales y por el teléfono, o que me dijeron al verme, "ey, feliz cumpleaños", midios les pague por los segundos y las horas que me han prestado de sus vidas, que es lo poco que me merezco.
Y a mi familia, los más cercanos a mi corazón, que puedo contar en los dedos de las manos de un "Simpson", que hoy me dió unos regalos y una rica comida y estuvieron ahí, Aguante por siempre!!!! Por ustedes es que no me venzó, no me lanzó, no me me voy. Lástima estar en tantas reuniones, y en tantos proyectos de tanto futuro, sabiendo que lo único que uno lucha, es poder estar con los suyos todo el tiempo algún día.

Faltan 5 minutos para que termine el 1ero de diciembre del 2010, año tan amargo como dulce, que me tienen así "de flaco mijo!", de "loco parcero!", de "triste ombre!". Mañana otro día más para estar perdido, para justificarme seguir andando.

Me voy a la cama con algunos shots, algunos tragos de vino, uno que otro humo congestionando el área de la razón.
Me protege una casa, un trabajo que muchos envidiarían, y que yo solo disfruto y aprovecho como trinchera para luchar.
Me acompaña los gatos, los sueños, las palabras dichas y los proyectos en deuda y las locuras que se me ocurrirán mañana.
Me llamo Juan David, y ya estoy tan viejo para decir que estoy vacío, tanto, que ya ni pena da, porque estoy vivo, y la memoria y el corazón entenderá que somos tan libres que volamos y que olvidamos.

martes, 30 de noviembre de 2010

y mientras tanto, leo a Baldomero

Creo que no muchos se llaman Baldomero. Pero Baldomero Sanín Cano, tampoco lo conocía. Y mientras las horas, y las noches, y los silencios, voy leyendo, y doblando esquinitas del libro rojo, para luego tratar de hacer un texto que me sirva para mañana recordar algunos autores, o encontrar otros caminos.

Apenas ahora en la tarde devolví los otros libros, para que alguien se los "robe" por un tiempo. Se lo merecen.

Siempre se me olvida escribir en las ultimas hojas, donde hay espacio para hacer anotaciones. En los libros que siguen, escribiré la dirección de este blog, para que encuentren mis opiniones extendidas.

Pero iniciemos con los dobleces de Baldomero Sanín, de Rionegro, intelectual del siglo XIX en Colombia, y que por primera vez leo sus textos en "De mi vida y otras vidas". Unos ensayos (fragmentos) amenos de leer, porque hablan de su infancia, que como todo Antioqueño nacido en cuna, su historia son buena y sana educación, sus bases intelectuales y de felicidad seguras, y por inercia, su llegada a la docencia porque estudió en una Normal.

Fue un matado, un nerd, eso que llamamos hoy. Y lo podía ser, y lo fue.

"No había cumplido quince años, pero comprendí o di por sentado que el mundo predominaba consideraciones distintas de la probidad y la justicia".

Eran tiempos de guerras que cerraban colegios, y cuando se abrían, enseñar en una escuelita de una vereda de Titiribi era el mayor aprendizaje de tu vida, y la miseria absoluta, al tiempo.

Mientras daba clases, siempre -nos va contando- también estaba el
hombre ávido de conocimiento, aprendiendo.
"Para mí el estudio no había sido nunca otra cosa que una tendencia indomable de la naturaleza. Acumular nociones y tratar de comprender la vida en cuanto alcance a ella la inteligencia del hombre, me parecía un objeto final y eminentemente placentero de existencia"

un hombre que sabe, o lo fue aprendiendo de a poco, que si la física, la química, van cambiando a medida que estudiamos, que la descubrimos, en el pensamiento o la filosofía, aún más!: "Todo es incierto y transitorio. Las convicciones mismas de algunos espíritus cambian las vicisitudes materiales o sociales de sus sostenedores".

Y en esos gajes que los rectores (luego fue rector de un colegio), tuvo que ser veedor de algo público, donde obviamente se pilló, o lo hicieron entender los entuertes de la burocracias, y lo hizó echar una frase que espero yo sí espero cumplir:
"desde entonces tomó fuerza en mí la voluntad de evadir hasta donde me fuera posible la obligación de servir en destinos públicos".
Pues claro que luego fue un embajador más, pero bonito sonó.

Luego nos describe a ese Medellín de hace siglo y medio, chiquito, una villa, donde los hombres que pensaban y le daban a las letras (y lo podían hacer): Fidel Cano y esa generación que le dió bases a muchos oficios del país, que ustedes y yo iremos conociendo de a poco. Ya verán.
Antioquia en esa época contaba con 320mil habitantes, y en 40 años se incremento en un 120%, y hoy en día (2010) 60 años después, vamos en 15 millones. Y a pesar del machismo, el alcoholismo, el juego y tanto trabajo, este pueblo mestizo ha regado semillas en 5 departamentos y en el mundo entero hay gentes de estas tierras.

Medellín era en esa época (más que ahora, por los aviones y "carreteras") una isla en medio de las montañas. Y la hazaña en tiempos de poca comunicación de esta comarca con la capital, era que algunos jóvenes (otra vez, que pudieran) intercambiaran experiencias, unos viajando a la capital, y otros viniendo a la montaña. 11 días la distancia (ya nos lo contó Marco Fidel).
Esos paisajes que uno ve rápidamente (en moto o carro) cuando atraviesa todos los climas para llegar a la capital o viceversa, ellos lo vieron y sufrieron a lomo de mula.

"Un Antioqueño del centro, del norte o del occidente de Antioquia que hubiera conocido Bogotá, era notable por esa única hazaña de su vida".
y
"En 1883 eran poco número y prominentes por eso las personas de quienes se decía que había estado en Paris. El nombre de esta ciudad concentraba en sí las maravillas, todas las amenidades y adelantos de la civilización a que nosotros nos linsonjeábamos de pertenecer".

Y aun lo aislados, llegaban libros y revistas, o los correos:

"Recuerdo que "María" de Jorge Isaacs, en un solo ejemplar, pasaba de casa en casa, bañado de lágrimas del vecindario".

Luego Baldomero, al no verse futuro en Medellín como Profe, viaja y hace lo mismo, pero en la capital, hasta que se vuelve bibliotecario. Y siguió leyendo como el más afortunado que fue, mientras pasaba a echar numeros de superintendente de una empresa de algo agrario. Paisa puro era.

Incluso dice que si se lee meticulosamente la prensa, o en mi caso se ve Televisión, uno puede obtener unos conocimientos y unas enseñanzas sanas. Pero:
"Muchos periodistas estiman en poco su trabajo, porque por lo común se dan con empeño y no siempre con limpio y desprevenido criterio a machacar sobre unos mismos temas, de cuya verdad no están convencidos".

Otra forma en que les llegaba en conocimiento, distinto a sus suscripciones y tertulias, era cuando llegaban esos viajeros de las europas. Como José Asuncion Silva. Como Baldomero era intelectual, pero escribir siempre anónimo, y no practicaba el ego (dice él) estos personajes se hacían amigos facilmente de Sanín Cano:

"Creo que nuestra amistad se basó principalmente en la necesidad que él tenía de hallar una persona extraña, extraña al medio social de que formaba parte, para hablarle de sus anhelos, de su experiencia de la vida, de sus viajes, de sus lecturas".

parece que fue amigo de muchos buenos amigos. De diplomaticos, de escritores, de periodistas, de poetas:
"mis aspiraciones se afincaban en lograr un modo de vivir en que mis funciones concordasen o al menos s¿no pugnaran con mis predilecciones de espíritu".

Tal vez eran muy sencillos. Hoy uno solo se suscribe a sus feeds, y no lee todo. Y puede viajar, y no viaja (por plata sobre todo). Y a veces, solo queremos conquistar el mundo, y no nos atrevemos a conquistarnos a nosotros mismos. En fin.

Entre sus amigos estaba Guillermo Valencia, que "Para él parece escrita la sentencia de Sócrates, que dice: "Para el hombre bueno no hay mal ni en la vida ni en la muerte"".

Hasta políticos cambiaron ideas con el autor, que cada vez se iba llenando más de datos, y años, y de más amigos, como Antonio José Restrepo, que era un gran orador, que más que un expositor y monologista, era un, qué, un "causeur", que mientras habla, pone a hablar a los otros y les saca sus ideas, sin que uno se de cuenta. Que bueno son las personas así.
Debe mencionar y escribir esas anécdotas tan lindas de ese amigo, porque muchos de esos privilegiados, como los de ahora, solo hablan y muestra y aparentan, y no son capaz de unir los mundos, las conversas, las ideas de todos. Es mi suposición.

Y terminan sus fragmentos, hablando de alguien que no conoció en persona, pero si a través de sus textos, sus conferencias, que se le parece un tanto a la amistad. Como dice los ingleses: "I Know him". A ese amigo, Bertrand Russell, dijo a sus alumnos de Cambridge en la primera guerra mundial: "la guerra no era más que una especulación de los productores de armamento alrededor de la cual buscaba el capitalismo, sintiéndose amenazado". Y les decía que tenían que viajar a la China, que ese era el futuro. Y vean hoy!

No sé porque Baldomero Sanín Cano escribió eso, o porque el Metro y Comfama lo publicaron, o porque yo lo leí y aislé algunos apartes. No se sabe. Para algo sirven estas reflexiones de gente que ya trasegó variado trecho que uno pensaba volver a repetir desde cero. Para algo.

Una fotico de los manes de esos días, que ya en los años 30´s estaban en lo mejor de sus vidas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

La Universidad de Antioquia ya es privada

Ya lo sabíamos antes de bajar a la U de A , pero no sospechamos que daba tanta rabia.
De qué les estoy hablando? pues, que en la Universidad Publica del Departamento de Antioquia, no es permitido que la ciudadania en general entre a las instalaciones.

¿Por qué?

porque solo entra el Smad (a "controlar" los disturbios), y los de la TIP, que entrar a estudiar, a trabajar, o a pasar los años.

El muchacho con uniforme y placa de Miro Seguridad, nos observa serio y fijo, no antes sin cerrar la puerta de rejas durisimo, y nos dice:

-Si son visitantes no pueden entrar.

-Y por qué?

-Porque no. A menos que tengan permiso.

-Permiso de quién?

-De la persona que van a visitar.

-Pero si está adentro, es estudiante. Cómo se llama el permiso?

-No, un permiso de ingreso.


Ni para que seguir la conversa con un pelao que se hace el rudo, y que no sabe decir otra cosas que: "No puede entrar".

Señalen otras Universidades Públicas de Latinoamerica donde en la entrada la seguridad es ejercida por una empresa privada. O, una universidad Pública donde no dejen entrar al publico, a ciudadano.

A ver?

Solo en Colombia, en Antioquia, en Medellín, en pleno gobierno godo (recontra conservador) de Luis Alfredo Ramos, y solo en el 2010, con los pares (que se parecen a uno), los amigos, y toda mi generación que andan haciendosen ricos, y en silencio con todos los absurdos e injusticias. Solo podría pasar aquí y ahora, que los estudiantes, los profesores y administrativos están tranquilos en lo suyo, mientras los que pagamos su estudio y trabajo (de alta calidad) tenemos y somos prohibidos en el lugar académico de todos.

Ah?

Y la Asamblea de Estudiantes callada. Solo dos o tres capuchos que por ellos dizque es el lío (+drogas+robos+delincuencia), tiran una que otra bomba contra el suelo de la U de A que se está volviendo la cortina de humo más descarada que han utilizado las extremas políticas, para evitar hablar y tomar acciones sobre la calidad de educación, el presupuesto justo y generoso para la U publica, de la guerra (y la paz) que se vive en los barrios y en los montes.... y muchos temas más, qué ni pa´qué boto corriente!

Para colmo de males, a mi me toca decirle a todos una cosa obvia. Estos comentarios, las inflexiones, los gritos que yo digo, son mios no más, y no tienen nada que ver la gente y el trabajo que hago y que tengo.
Solo soy un joven de 28 años, que se sorprende porque no dejan entrar a la Universidad de todos a la señora que va a inscribir (como hace 10 años) a su hijo en "vacaciones recreativas", o el que va por unos papeles para reingresar (que puede ser algún día mi caso), o el que paso "a conocer no más". Pero tranquilos, soy un mocoso, un quejón, un nostálgico de un mundo mejor, y que seguro mañana, como el señor (Yo soy Camilo y el rock es mi vida) del comercial de una empresa de Pensiones y Cesantías, cambiaré, y querré hacerme rico, tener hijos, ir al trabajo y volver, y dormir feliz (mientras más medio mundo se muere de hambre, infeliz).

La vida cambia y te cambia.
Y quién putas está generando los cambios en nuestras vidas? ah?! ah?! Y nosotros callados.

o más poético, via Twitter: "El árbol frágil se dobla ante la fuerza del viento pero..... ¿quién está soplando?."


Para terminar, ya que dejaron privatizar la U, por lo menos no la dejen convertir en un colegio del Opus Dei. Por favor! (ustedes que pueden entrar).

jueves, 25 de noviembre de 2010

cuentos y crónicas de Mario Escobar Velásquez

Otra vez cerré los ojos, y mandé la mano en la biblioteca, y saqué un librito verde. Leí su tapa y no me encontré al cronista de Barbosa que escribía mejor que muchos hace más de un siglo, ni a un poeta de Pueblo Rico que había leído más en graffitis que en libros, ni un desconocido poeta de provincia que luego resulto ser jefe de varios amigos en proyectos periodísticos, ni mucho menos al señor que hace muchos años me contaban en la escuela que había sido un gran hombre, ni al cineasta/poeta que el que alguna vez compartirte porro y anécdotas, no. Esta vez escogí al azar los textos desconocidos de un poeta que alguna vez en la universidad me intento enseñar a escribir.

Era tan poco parchada la Universidad en la que estudié, que termine con un amigo llamado Ricardo Escobar (primo del Escobar que te encuentras en los libros de poesía de amor de los almacenes de Cadena), donde un tal Mario Escobar, que era escritor viejo y con muchos libros encima ya. No fuí sino a 3 sesiones en los saloncitos de extensión. No me aguante al viejo que le salían pelos por las orejas, y vivía diciéndonos que debíamos aprendernos el diccionario, y leer poesía a montones. De lo poco que le saque a Escobar Velásquez, fui un libro baratico de Meira del Mar (una linda poetiza costeña), y uno otro consejo que trato de olvidar cada vez que escribo.

8 años después, él ya muerto, me lo vuelvo a encontrar. Como ustedes sospechan, ni me había leído un texto suyo, y bueno, fue la oportunidad de guardar los resentimientos poéticos, y sacar al lector pasible que llevó dentro.

A "Gato" me lo leo de un tirón, porque es una observación intensa de los felinos, de los gatos, que le ayudó al autor a escribir una ficción de un gato de ricos que se perdió en un barrio de pobres y vivió feliz, como todo gato. De una pensé en Max, en el gato blanco de la casa donde vivo, que debe estar afuera haciendo fechorias (anoche se escapó).
Tardes/mañanas/noches que de a ratos me he quedado observando, y silenciosamente, y así me hice amigo del gamín Max, y de la princesa Salome, y ahora, va tocar, hacer la misma estrategia con Ramón, el otro integrante de la familia:

No lo regalé como a los otros. Ya había una chica interesada, pero después de la primera llamada, no volvimos a hablar, y fuí reticente con los mensajes en Facebook, entonces, confiemos que el tiempo pase pronto y Ramón no destruya la casa, y los cuatro podamos vivir en una casa campesina a todas nuestras anchas.

Por ahí leí en una de las paginas un pedacito que describe una actitud que he tratado de copiarle a los gatos:


"El ave fémix verdadera es la vida".

Después de "Gato", vienen unos textos, crónicas y diarios que los que editan los libros de "Palabras Rodantes" escogieron arbitrariamente, y hablan de leyendas indígenas, sobre Urabá, Sobre las putas de los pueblos calientes, y sobre escribir sobre Urabá, y sobre todo, sobre escribir.

"Lo tuyo es esto. Hayas nacido en donde hayas, o estés en donde estés, la tierra tuya es esta tierra. A ella la querrás siempre más que a nada".

Claro, mirando al Urabá, cualquiera, pero vaya diga eso en Ciudad Bolívar! Pero si, uno debe amar donde existe, donde se enamora, donde quiere morir.

"Nunca antes había tenido a menos cosas, pero tampoco sido más feliz: estaba sabiendo que la felicidad estaba en oírse a su yo interno, y en realizarse. Lo suyo era escribir".

un amigo que me aconseja hoy lo mismo que me dijo Mario Escobar ("no me canso de repertirle a los que creen en mí que hay que estar seguros de cada palabra empleada") en un taller literario del medio día que se llevaban en las deprimentes carceles/salones del Poli: "aprenda a escribir bien, y seguro la gente lo lee".
Ese mismo amigo también me dijo una vez que había discutido con el autor del que escribimos hoy, porque había dicho que las obras había que guárdalas hasta que estuvieran hechas. Y masomenos el argumento del amigo fue: Que tal que García Márquez siga puliendo Cien años de soledad?

Tienen hoy y ayer la razón los dos, pero que se vayan para la mierda, que yo no tengo cuero para entender la RAE, y solo quiero escribir como habla mi padre, o los campesinos de mi pueblo que no son palabras que encuentras en el diccionario.

"Todo eso lo arrastró el viento del tiempo".

El librito verde finaliza con unos fragmentos de sus diarios, que es masomenos lo que uno hace en estos blogs que narra cada detalle de la vida diuno. O como en twitter, donde se piensa en tiempo real.

Algo arrogante se siente Mario Escobar en los libros, como cuando estaba vivo. El contraseparador del libro dice que era humilde, que no iba a cócteles, sino que le gustaba enseñar.
Tal vez se sentía demasiado intelectual, y estaba lleno de terquedades. Como uno mismo, lleno de estupideces, de caídas y acelerones.

"El cielo no puede ser mejor que esto, jamás. El cielo es esto".

Hablando de leer, de releer, de tragarse todos los libros que uno pueda. Eso estamos haciendo Mario Escobar Velásquez, odiando el diccionario, amando la escritura.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Feliz cumple papá

el último post (texto, párrafos mal escritos, eso que escribo aquí) ya avisaba cosas que quería decirle a mi padre que lo admiro, que lo respeto, que obviamente por él (por mi mamá y dos o tres familiares que me quieren) estoy aquí, siendo, existiendo.

Menos mal tiene celular y lo contesta, y le puedo decir que lo quiero mucho, y que felices años más.



me he mirado las manos, y solo tengo un callo, y es de acelerar la moto, no más. Él siempre evitó que yo levantara bultos, o que hiciera lo que no me gustara, o que me humillaran, o que... tantas cosas. Mis manos son amarillas y limpitas, sin señas de trabajo muy rudo, porque me la paso haciendo videos, escribiendo en teclados, o pensando en los huevos del gallo, soñando despierto.
Y a sus 53 abnegados años, donde sacrifico la vida suya, por las de nosotros, sigue preguntándome "qué necesita mijo?", cuidándome que no me falte lo fundamental.

Él es Alirio Escobar, mi papá, todo un señor, todo un abuelo, todo un bacan. Es mi padre.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Las manos de mi papá

Las manos de mi papá que nos levantaron y que nos siguen inspirando, les pude tomar una foto la semana pasada, para entender de donde vienen mis fuerzas, y con qué color nos conseguimos la comidita, y cómo quedan las manos después de tantas vueltas que da la vida.

era ya tardecito, póngale las 5pm. Mi padre ya se había vendido lo que se iba a vender, y me estaba contado una por una las historias de todos los familiares que él ayudó con esas manos a que salieran adelante, y que hoy por hoy como que se les olvido, debe ser por los años, bromea el cucho, mientras la plaza de mercado tiene sus ultimo momentos de agite, cuando ya se están haciendo cuentas para cerrar el mercado, cuando los que deben alegan qué por qué tanto, y el qué vende, qué antes le tiro suavecito. Las cantinas echa sus últimos corridos y guascas, y los últimos borrachos se toman las ultimas claritas.

En serio, si contara la historia de mi familia, daría para muchos libros. Claro, el talento me falta, la memoria no ayuda.

Algo que si recuerdo patentico, es una frase que repetía Alirio muy de vez en cuando: "Mi papá me dejó la obligación cuando yo estaba de su edad", y me señalaba a mí, o a cualquier niño que estuviera a la vista y aparentase 13 años. Siempre había silencio con su frase, y él proseguía el hilo segundos más tardes, y a lo largo de estos 28 años que tengo, me ha ido contando fragmentos de sus historias, que mientras lo escucho y lo miro, trato de ir enlazando en mi cabeza, para irle preguntando por cabos sueltos, por personas, por momentos.

Todos tenemos cosas malucas, juan -me aclara en un momento de la conversa-, pero uno no puede ser desagradecido.

Y tal persona, le pregunto.
"Como que ya se les olvidó que un día pagué lo que fuera para que le salvaran la vida después de una puñalada en el corazón que le metió la mujer".

Y si es cierto que un día a tal persona la sacaste del hospital, le grito mientras él compra una silla rimax en 6mil a un loco que seguro después de eso se va a comprar un zuquito.

Se sonríe, y dice, "un día un chivero pasa y me grita: me debe! pagueme la carrera que acabe de a hacer a su hermano, que lo machetiaron". Y se vuelve a sonreír, y me dice que después de pagar los puntos, pagar las carreras para llevar y traer al hermano descarriado, había que comprarles el vicio al muchacho porque no podía dormir del dolor.

"Y lo que más duele juan, es que hablen mal de la gente que algún día les ayudó",

todo el esfuerzo de mi padre, que solo estudio hasta 2do de primaria, y que ha jornaleado desde niño, y tiene un toldo en la plaza de mercado del pueblo sin futuro ni presente, me daba un paseo por cada hermano y hermana, por cada sobrino, por cada conocido, dándome a entender que sus manos había hecho la mayor parte del tiempo mucho trabajo en vano, o que dieron malos frutos.

Cada mano, cada pierna, cada corazón, cada día, cada segundo de cada integrante de mi familia paterna, ha sido de llenas de sacrificios, y como han sido en desorden hasta chistoso, con una mala suerte que no se imaginan, con una falta de sentido de familia, que se han perdido todos. Somos fracaso tras fracaso, dolor tras dolor.

Lo que no puede pasarnos, a la generación mía y a la que nos sigue (sean mis hijos, o los hijos de mis hermanos y primos y sobrinos) es no olvidar que hay que ayudarnos, y antes, durante y después de ayudarnos, hay que dar de cada uno, regalar un esfuerzo por el otro, como forma de agradecimiento y estrategia para mejorar o simplemente estar en paz y vivir tranquilos.

Alirio Escobar con sus manos (y todo su cuerpo) trabaja lo que es la legumbrería,y hace posible la vida de los demás así sea a consta de la suya.

Ya cada uno de nosotros que se mire las manos, diga su oficio y por quién se esfuerza en la vida.

jueves, 18 de noviembre de 2010

medias nonas

fue una casualidad realizada paso a paso, o mejor, media a media, que hoy en la mañana, antes de salir a escuchar conferencias donde uno por la incomodidad y el tiempo de estar sentado vas a hacer carrizo si o si, no puede ser que tenga todas las medias o calcetines impares!

aquí están como prueba, como alguien que graba un día que cago un SI con sus eses, o como la pareja que se graba haciendo una posición excitante y absurda, o un adolescente se pega un tiro en vivo por internet.

Quería saber qué me decía la vida. Hice silencio y todo. Busque de nuevo, y encontraba otras medias, que no eran mías, que son de otros. Volvía y miraba, y nada, solo pensaba: tenés que comprar ropa parce, qué gaminería.

No es una casualidad, no son ropa interior solitaria, no son medias que recuerdan tal y cual época ésta o aquella tarde o miles de historias y pasos, nada eso no es.
Son media nonas, que seguro se fueron para otras casa, en bolsas de basura, o están por debajo de la cama, o un gato las tiene como juguete.

Hay una frase de mi madre, que de primera suena redundante, pero no lo es: "usted si es dejaó y abandonaó".
Eso es lo que soy yo, me dejo para que la vida haga lo que le plazca, y me abandono para no acordarme que ando vivo y ésto es tan maluco. Pero eso es en apariencia, en las medias, que seguro uno busca y busca, y por allá en el alambre encuentra, o por el afán se convence que estas dos medias se parecen mucho. Y la gente no lo nota.

y si, la gente sí lo nota, y qué va! porque importa el aseo y lo de adentro, que pese a los pesares, sigue siendo una cosa linda, que uno hasta le coge apego.

Eso es todo. Un caso de media nonas en un noviembre.

martes, 16 de noviembre de 2010

Un libro de un poeta cineasta

Lo tengo todo anotado en un cuaderno. Estoy escribiendo las anotaciones de atrás para adelante. Anoto en todos lados, hasta en el borde de la tabla de la cama, así es mi memoria, recuerda es fragmentos de muchas cosas al tiempo y los asocia.

Quedamos que devolvía el libro de Don Marco Fidel, y lo hicé.

y de una, de one, de un tirón me leí un libro amarillo, de una literatura deliciosa, como hablan, como bailan, como caminan, como cantan, como pichan, como viven, como mueren los negros en ese Chocó que desconocemos. Es verdad, son los primeros cuentos del cantar del pacifico, de la negritud suramericana.

Fue tan bello, que de una me fui a la librería de segunda más cercana, a preguntar por gente que escribe de negros, y me dijeron que hay, pero que fuera yendo, que despacio los encontrábamos.
Después de unos cambios de bolsos, de ponerlo menos pesado, de proteger los libros de la lluvia, Amalia Lú Posso Figueroa, se embolató. No pude copiarles pedacitos tan bellos, tan animales, tan geniales, que me dolió un poquitico. Pero juntos encontraremos información y libros de Amalia. Es necesario.

Así que seguí la lectura. Y agarre el libro de Víctor Gaviria, que además de cineasta, es poeta. O las dos cosas es lo mismo, pero se hacen y se sienten distinto.

Otra vez, casi calque el libro. Pero bueno, ustedes no me regañan, solo de vez en cuando leen.

El que hace el prologo es William Ospina, que dice "La poesía es una manera de estremecer al mundo", que "la poesía es, en sus manos (las de Víctor), lo abrumadoramente conmovedor de toda la realidad", es más, dice algo muy lindo:

"Hay grandes poetas que saben que la poesía se halla en los salones lujosos, y poetas mejores aún que saben que la poesía se encuentra en las barriadas marginales y en los sótanos de la miseria, pero hay otros poetas tan grandes que saben que la poesía está en cualquier parte y son capaces de encontrar poesía incluso en su propia familia",

con esto estan avisados, para seguir o no, para ir corriendo a conseguir un libro de Gaviria o no.

"Durante todos estos años" arranca con un poema a los pensamientos que no aparecen para estorbar, que no te hablan mientras los otros te cuentan sus cosas. leanlo, mejor.


Y le habla a los juguetes de diciembre como a personas para que cuiden a sus hijos todo el año.

Y nos recuerda esas conversas con los chachos de las esquina sobre "la plata", sobre hacer lo que sea por ella, hasta esculcar en los huesos de los otros, a ver si tiene "la plata", para quitarle un poquito.

Y con sus letras me recuerdan, describen como uno deja sonar el teléfono muchas veces, como si no estuviese en casa, "como si estuviera en la calle haciendo otra vida distinta y fugaz",

y se en el libro se puede leer frases como:

"muchachos que no eran nada
y aparentaban ser cualquier cosa,
con tal de ser algo"

ó

"personas que son algo más que una maleta que se llena"

y nos habla de la modernidad que llega para ubicarse donde estaban los recuerdos,

del enigma de las conversas llevadas a cabo en todas partes, sin motivo, sin tema a veces, que hace reír y sorprender... mientras uno guarda cada palabra, como profesor sabio,

de los ladrones que se llevan todo, que nos roban mientras pensamos, mientras estamos ensimismados,

que el dinero, objeto al cual muchos le depositan muchas esperanzas, él, le pide en voz baja, que cuando el dinero se agote:

"inunda mis bolsillo de pobreza, vida".

y

"cuando estallen las luces de navidad y la pólvora
se precipite en el cielo como una guerra contra los días de siempre,
cuando se gaste la última hora del año,
el ultimo minuto,
nuestro amor se quemará
como un muñeco de año viejo..."

o mejor:

"Fue en septiembre u octubre, cuando vivía junto a tu cuerpo,
como si yo fuera un año entero,
sin principio ni fin".

Y le escribe al sosiego, que es buscar las cosas que se pierden (la chancla, la pelotica, el control remoto), o de las cosas que aparecen (el bolsillos),

las cosas perdidas "no se han ido a un lugar de nadie,
sé que están en alguna parte...",

y también apunta a las decisiones de fin de año, de esa chispa/explosión que te impulsa a cambiar de vida,

y unas palabras al tiempo, que pasa rápido: "el tiempo de la vida pasa como un malestar",

y de la muerte, que seguro nos dejara con muchas cosas empezadas.

Y a propósito de la muerte, vuelve a su pueblo, y visita los solares y los lugares de sus ancestros, y los llama:

"Gritón, atruéname
duendes que tiran piedras y
silban y no molestan la paciencia,
asústenme y sáquenme del marasmo
y la borrachera de no ser nadie"


en "Escóndanme" dice:

"espere que crezca mi corazón
y que las sombras le enseñen la fuerza
y la humedad de la luz,
el paraíso indecible de estos días"

y en "Abrazo de mediodía":

"Tan fáciles se entienden los reflejos cuando se ama"

y para días olvidadizos, para poner en orden no importa el lugar:

"Necesito una mesa tan grande como la arboleda de mi primer colegio". Yo enmiendo: Como el tierrero de mi primer colegio.

y nos recuerda que estamos en tiempos en el que nadie devuelve lo que prestan.
Reciben favores y nos los devuelven... reciben el cielo... reciben tantas cosas... pero ellos, ustedes, apenas devuelven los saludes y las buenas noches.

y se pregunta por las lágrimas desperdiciadas en los cines, en los libros, en los estadios, y luego, en la calle esos mismos ojos son secos. Por qué?!

y en "a los venticuatro" menciona que se han terminado tantas cosas, que nunca más podrás ser adolescente, aunque montes en bicicleta y te gusten las muchachas. No puedes ser ingenuo sin ser al mismo tiempo maligno o mezquino.

"Un hombre es hondura y superficie al mismo tiempo"

"El agua sucia también suena a agua ¡Delicioso!"

Recuerda, me recuerda los viajes en familia que terminan en historias contadas en zaguanes:

"quisiera hacer un canto melancólico tanto sobre los innúmeros deseos muertos,
pero también alegre y sin pena un canto para que nadie cambie y no se tuerza lo hecho, lo que ya ha sido".


Los títulos de los libros de Víctor Gaviria siempre son bellos. Búsquelos, y adentro encontrara poesía de la vida cotidiana.