martes, 30 de noviembre de 2010

y mientras tanto, leo a Baldomero

Creo que no muchos se llaman Baldomero. Pero Baldomero Sanín Cano, tampoco lo conocía. Y mientras las horas, y las noches, y los silencios, voy leyendo, y doblando esquinitas del libro rojo, para luego tratar de hacer un texto que me sirva para mañana recordar algunos autores, o encontrar otros caminos.

Apenas ahora en la tarde devolví los otros libros, para que alguien se los "robe" por un tiempo. Se lo merecen.

Siempre se me olvida escribir en las ultimas hojas, donde hay espacio para hacer anotaciones. En los libros que siguen, escribiré la dirección de este blog, para que encuentren mis opiniones extendidas.

Pero iniciemos con los dobleces de Baldomero Sanín, de Rionegro, intelectual del siglo XIX en Colombia, y que por primera vez leo sus textos en "De mi vida y otras vidas". Unos ensayos (fragmentos) amenos de leer, porque hablan de su infancia, que como todo Antioqueño nacido en cuna, su historia son buena y sana educación, sus bases intelectuales y de felicidad seguras, y por inercia, su llegada a la docencia porque estudió en una Normal.

Fue un matado, un nerd, eso que llamamos hoy. Y lo podía ser, y lo fue.

"No había cumplido quince años, pero comprendí o di por sentado que el mundo predominaba consideraciones distintas de la probidad y la justicia".

Eran tiempos de guerras que cerraban colegios, y cuando se abrían, enseñar en una escuelita de una vereda de Titiribi era el mayor aprendizaje de tu vida, y la miseria absoluta, al tiempo.

Mientras daba clases, siempre -nos va contando- también estaba el
hombre ávido de conocimiento, aprendiendo.
"Para mí el estudio no había sido nunca otra cosa que una tendencia indomable de la naturaleza. Acumular nociones y tratar de comprender la vida en cuanto alcance a ella la inteligencia del hombre, me parecía un objeto final y eminentemente placentero de existencia"

un hombre que sabe, o lo fue aprendiendo de a poco, que si la física, la química, van cambiando a medida que estudiamos, que la descubrimos, en el pensamiento o la filosofía, aún más!: "Todo es incierto y transitorio. Las convicciones mismas de algunos espíritus cambian las vicisitudes materiales o sociales de sus sostenedores".

Y en esos gajes que los rectores (luego fue rector de un colegio), tuvo que ser veedor de algo público, donde obviamente se pilló, o lo hicieron entender los entuertes de la burocracias, y lo hizó echar una frase que espero yo sí espero cumplir:
"desde entonces tomó fuerza en mí la voluntad de evadir hasta donde me fuera posible la obligación de servir en destinos públicos".
Pues claro que luego fue un embajador más, pero bonito sonó.

Luego nos describe a ese Medellín de hace siglo y medio, chiquito, una villa, donde los hombres que pensaban y le daban a las letras (y lo podían hacer): Fidel Cano y esa generación que le dió bases a muchos oficios del país, que ustedes y yo iremos conociendo de a poco. Ya verán.
Antioquia en esa época contaba con 320mil habitantes, y en 40 años se incremento en un 120%, y hoy en día (2010) 60 años después, vamos en 15 millones. Y a pesar del machismo, el alcoholismo, el juego y tanto trabajo, este pueblo mestizo ha regado semillas en 5 departamentos y en el mundo entero hay gentes de estas tierras.

Medellín era en esa época (más que ahora, por los aviones y "carreteras") una isla en medio de las montañas. Y la hazaña en tiempos de poca comunicación de esta comarca con la capital, era que algunos jóvenes (otra vez, que pudieran) intercambiaran experiencias, unos viajando a la capital, y otros viniendo a la montaña. 11 días la distancia (ya nos lo contó Marco Fidel).
Esos paisajes que uno ve rápidamente (en moto o carro) cuando atraviesa todos los climas para llegar a la capital o viceversa, ellos lo vieron y sufrieron a lomo de mula.

"Un Antioqueño del centro, del norte o del occidente de Antioquia que hubiera conocido Bogotá, era notable por esa única hazaña de su vida".
y
"En 1883 eran poco número y prominentes por eso las personas de quienes se decía que había estado en Paris. El nombre de esta ciudad concentraba en sí las maravillas, todas las amenidades y adelantos de la civilización a que nosotros nos linsonjeábamos de pertenecer".

Y aun lo aislados, llegaban libros y revistas, o los correos:

"Recuerdo que "María" de Jorge Isaacs, en un solo ejemplar, pasaba de casa en casa, bañado de lágrimas del vecindario".

Luego Baldomero, al no verse futuro en Medellín como Profe, viaja y hace lo mismo, pero en la capital, hasta que se vuelve bibliotecario. Y siguió leyendo como el más afortunado que fue, mientras pasaba a echar numeros de superintendente de una empresa de algo agrario. Paisa puro era.

Incluso dice que si se lee meticulosamente la prensa, o en mi caso se ve Televisión, uno puede obtener unos conocimientos y unas enseñanzas sanas. Pero:
"Muchos periodistas estiman en poco su trabajo, porque por lo común se dan con empeño y no siempre con limpio y desprevenido criterio a machacar sobre unos mismos temas, de cuya verdad no están convencidos".

Otra forma en que les llegaba en conocimiento, distinto a sus suscripciones y tertulias, era cuando llegaban esos viajeros de las europas. Como José Asuncion Silva. Como Baldomero era intelectual, pero escribir siempre anónimo, y no practicaba el ego (dice él) estos personajes se hacían amigos facilmente de Sanín Cano:

"Creo que nuestra amistad se basó principalmente en la necesidad que él tenía de hallar una persona extraña, extraña al medio social de que formaba parte, para hablarle de sus anhelos, de su experiencia de la vida, de sus viajes, de sus lecturas".

parece que fue amigo de muchos buenos amigos. De diplomaticos, de escritores, de periodistas, de poetas:
"mis aspiraciones se afincaban en lograr un modo de vivir en que mis funciones concordasen o al menos s¿no pugnaran con mis predilecciones de espíritu".

Tal vez eran muy sencillos. Hoy uno solo se suscribe a sus feeds, y no lee todo. Y puede viajar, y no viaja (por plata sobre todo). Y a veces, solo queremos conquistar el mundo, y no nos atrevemos a conquistarnos a nosotros mismos. En fin.

Entre sus amigos estaba Guillermo Valencia, que "Para él parece escrita la sentencia de Sócrates, que dice: "Para el hombre bueno no hay mal ni en la vida ni en la muerte"".

Hasta políticos cambiaron ideas con el autor, que cada vez se iba llenando más de datos, y años, y de más amigos, como Antonio José Restrepo, que era un gran orador, que más que un expositor y monologista, era un, qué, un "causeur", que mientras habla, pone a hablar a los otros y les saca sus ideas, sin que uno se de cuenta. Que bueno son las personas así.
Debe mencionar y escribir esas anécdotas tan lindas de ese amigo, porque muchos de esos privilegiados, como los de ahora, solo hablan y muestra y aparentan, y no son capaz de unir los mundos, las conversas, las ideas de todos. Es mi suposición.

Y terminan sus fragmentos, hablando de alguien que no conoció en persona, pero si a través de sus textos, sus conferencias, que se le parece un tanto a la amistad. Como dice los ingleses: "I Know him". A ese amigo, Bertrand Russell, dijo a sus alumnos de Cambridge en la primera guerra mundial: "la guerra no era más que una especulación de los productores de armamento alrededor de la cual buscaba el capitalismo, sintiéndose amenazado". Y les decía que tenían que viajar a la China, que ese era el futuro. Y vean hoy!

No sé porque Baldomero Sanín Cano escribió eso, o porque el Metro y Comfama lo publicaron, o porque yo lo leí y aislé algunos apartes. No se sabe. Para algo sirven estas reflexiones de gente que ya trasegó variado trecho que uno pensaba volver a repetir desde cero. Para algo.

Una fotico de los manes de esos días, que ya en los años 30´s estaban en lo mejor de sus vidas.

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