sábado, 20 de noviembre de 2010

Las manos de mi papá

Las manos de mi papá que nos levantaron y que nos siguen inspirando, les pude tomar una foto la semana pasada, para entender de donde vienen mis fuerzas, y con qué color nos conseguimos la comidita, y cómo quedan las manos después de tantas vueltas que da la vida.

era ya tardecito, póngale las 5pm. Mi padre ya se había vendido lo que se iba a vender, y me estaba contado una por una las historias de todos los familiares que él ayudó con esas manos a que salieran adelante, y que hoy por hoy como que se les olvido, debe ser por los años, bromea el cucho, mientras la plaza de mercado tiene sus ultimo momentos de agite, cuando ya se están haciendo cuentas para cerrar el mercado, cuando los que deben alegan qué por qué tanto, y el qué vende, qué antes le tiro suavecito. Las cantinas echa sus últimos corridos y guascas, y los últimos borrachos se toman las ultimas claritas.

En serio, si contara la historia de mi familia, daría para muchos libros. Claro, el talento me falta, la memoria no ayuda.

Algo que si recuerdo patentico, es una frase que repetía Alirio muy de vez en cuando: "Mi papá me dejó la obligación cuando yo estaba de su edad", y me señalaba a mí, o a cualquier niño que estuviera a la vista y aparentase 13 años. Siempre había silencio con su frase, y él proseguía el hilo segundos más tardes, y a lo largo de estos 28 años que tengo, me ha ido contando fragmentos de sus historias, que mientras lo escucho y lo miro, trato de ir enlazando en mi cabeza, para irle preguntando por cabos sueltos, por personas, por momentos.

Todos tenemos cosas malucas, juan -me aclara en un momento de la conversa-, pero uno no puede ser desagradecido.

Y tal persona, le pregunto.
"Como que ya se les olvidó que un día pagué lo que fuera para que le salvaran la vida después de una puñalada en el corazón que le metió la mujer".

Y si es cierto que un día a tal persona la sacaste del hospital, le grito mientras él compra una silla rimax en 6mil a un loco que seguro después de eso se va a comprar un zuquito.

Se sonríe, y dice, "un día un chivero pasa y me grita: me debe! pagueme la carrera que acabe de a hacer a su hermano, que lo machetiaron". Y se vuelve a sonreír, y me dice que después de pagar los puntos, pagar las carreras para llevar y traer al hermano descarriado, había que comprarles el vicio al muchacho porque no podía dormir del dolor.

"Y lo que más duele juan, es que hablen mal de la gente que algún día les ayudó",

todo el esfuerzo de mi padre, que solo estudio hasta 2do de primaria, y que ha jornaleado desde niño, y tiene un toldo en la plaza de mercado del pueblo sin futuro ni presente, me daba un paseo por cada hermano y hermana, por cada sobrino, por cada conocido, dándome a entender que sus manos había hecho la mayor parte del tiempo mucho trabajo en vano, o que dieron malos frutos.

Cada mano, cada pierna, cada corazón, cada día, cada segundo de cada integrante de mi familia paterna, ha sido de llenas de sacrificios, y como han sido en desorden hasta chistoso, con una mala suerte que no se imaginan, con una falta de sentido de familia, que se han perdido todos. Somos fracaso tras fracaso, dolor tras dolor.

Lo que no puede pasarnos, a la generación mía y a la que nos sigue (sean mis hijos, o los hijos de mis hermanos y primos y sobrinos) es no olvidar que hay que ayudarnos, y antes, durante y después de ayudarnos, hay que dar de cada uno, regalar un esfuerzo por el otro, como forma de agradecimiento y estrategia para mejorar o simplemente estar en paz y vivir tranquilos.

Alirio Escobar con sus manos (y todo su cuerpo) trabaja lo que es la legumbrería,y hace posible la vida de los demás así sea a consta de la suya.

Ya cada uno de nosotros que se mire las manos, diga su oficio y por quién se esfuerza en la vida.

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