jueves, 10 de septiembre de 2009

Hoy, Cargar un bulto

Llegue de la U caminando, y al entrar a la casa sentí el olor de meados revueltos con miles de cosas en el ambiente. Descargue. Me refresque, me puse una camiseta viejita, y salí para la ferretería.
Siempre que camina hasta allá, me doy cuenta que son demasiadas cuadras. Pregunte por arena, y preciso no hay sino “latas” (casi medio bulto). Le dije que le bajáramos, y la señora me pregunto por mi juventud. Yo le respondí que la usaba para otras cosas, y que ah, pues, a ver, y pesa mucho, dije antes de treparmela al hombro.

Hoy, como en los viejos tiempos, cogí el costal y me lo subí hasta el hombro derecho, y comencé a caminar. Pare dos veces. La mano completa me tembló casi toda la mañana (aun me duele). Mi respiración casi quevuelve a la normalidad.
Pero traje el bulto de arena para limpiarle a los gatos su cagadero.

Mientras veía mi sombra en el piso mientras el costal estaba cómodamente en mi espalda, pensaba en mis años de infancia, en los fines de semana de trabajo, en los cafetales, en mi papá q ue nunca me dejo levantarme bultos muy pesados. Siempre llamaba a alguien, o le pagaba a otro, y a mi me dejaba con la rabia y con la impresión que yo era un inútil.

Supongo que no tenia consciencia que era un delgadito, y débil. Sí me levante bulticos pequeños, de 20 kilos, pero los otros los movía “José Ruñido”, el cotero de la plaza de mercado. Tantos sábados y domingos que lo vi moviendo bultos, y su cuerpo casi para explotarse iba y venia con bultos más grandes que él.

Y también vi a los coteros que movían los bultos de café del deposito al camión, y viceversa. Eran como hormiguitas. Y claro, ese mismo café lo vi cargar por hombres, mujeres y niños, en las montañas de los cafetales. Yo mismo cargue pequeños bultos, y por supuesto rodé y rodé por esas faldas. Y de nuevo, mi papá me ayudo a llevarlo hasta donde debíamos vaciarlo.

aprendí a subírmelo al hombro, y a cargarlo bien, pero nunca desarrolle la fuerza, la resistencia, y la terquedad.

Entonces, para mi, es todo una hazaña que aun pueda traer a casa un bultico, después de tanto humo, trabajo, y sedentarismo en la vida.

Gracias padre por evitarme una hernia!!

1 comentario:

Ana Maria Vallejo dijo...

Menos mal los gatos no saben leer. No tendrían en las fotos esas caras de inocentes. :P