"Somos confesos de la misma religión, la poesía,
nos merecemos el mismo paraíso."
nos merecemos el mismo paraíso."
Ojalá
Que el paraíso no sea más esa idea melosa de lugar perfecto, de placeres infinitos… bueno, mejor vuelvo a usar las palabras de Estanislao Zuleta, para legitimar con las ideas de un amigo, el paraíso que quiero.
"La pobreza de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo; un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes…"
Yo soy de los que vivió la generación entre lo análogo y lo digital. No la sufrí, no la sufrimos, más bien la hicimos posible. Todos, hasta desde el más recóndito pueblo, le dimos un empujo al inventico éste, y por ahí derecho a nuestra vida.
Yo jugué videojuegos todo lo que usted quiera, en palabras de mamás: dañe todos los televisores de la casa. Estos dedos (muevo los dedos de las dos manos en el aire) los moví demasiado. Esta mente (me toco la sien) se ejercito mucho.
Porque la niñez es el gimnasio de la vida, y a mí la niñez me toco en la época del video clip… que la vida tenia música, decían. Y si escuchas ahora, si pones cuidado, aun sueña cada pedazo de esta vida.
Que nuestra vida es una línea de tiempo, un video con una duración X. Comenzamos en ceros y ahora vamos en 25 años. 25 años a 30 cuadros y a 1 latido por segundo.
Esto va rápido, y todos los días más rápido. Yo nací en los días de las fotocopias, o entre las fotocopias y el papel mantequilla, y crecí - afortunamente- con el Control C (ctrl+c).
Y también se cayó el muro, e hicieron concierto en el muro. Antes, más antes, yo ví TV a color, yo nací con el color, pero solo tenia blanco y negro porque éramos pobres, pero era posible ser a color, solo que era en otro lado.
Yo pase mi niñez en un mundo feliz, en final de guerra fría, en la era MTV, en plena euforia de la robótica, en el declive de la religión católica. Yo digo siempre, que donde en mi casa se demoren un año más, yo no hago la confirmación. Yo solo me confesé 2 veces. Yo crecí en la era Groudge:
Somos inteligentes, pero el mundo se va acabar y todo es una mierda, pero el placer de vivir extremamente es el mejor. Yo crecí en plena euforia de bikini y juegos extremos (X Games). En mi mundo todo ha sido posible, pero inalcanzable, pero ha sido divertido hacer todo para alcanzar lo inalcanzable, y hacer símiles de lo que es imposible de hacer símiles...
Se puede ir a al luna, pero vale un platal y para qué si eso es un peladero. Y si quieres sentir la gravedad cero, eso ya esta inventado y lo puedes hacer en tierra, para qué ir por allá arriba si todo se puede hacer aquí abajo.
Se puede tener la mansión más fantástica, el habita más perfecto, la isla paradisíaca, pero para qué si lo que necesitas es recorrer el mundo. Necesitas, necesitas! Tener muchos trabajos, tener muchos carros, muchas mujeres, mucha plata. Todo es posible, y casi nada de eso, significa felicidad, otros ya lo han comprobado y nosotros ya lo vimos que lo comprobará, y muchas veces nos reímos de ellos.
Yo soy de los millones de Colombianos que nos creímos clase media (bueno, nuestra familia) pero que éramos clase baja, raspando algunos meses –de por si a principio del año- en la miseria, pero que después – de por si al final del año- parecíamos clase alta.
Yo no tuve nada, yo ví los inventos y los paraísos cuando estaban calientitos recién salidos del horno – de la mente de un soñador-, pero los viví cuando ya todos estaban pasados de moda, cuando ya el mundo los había desechado, cuando estaban vencido y con la etiqueta de: “esto no es la felicidad”.
La felicidad del hombre y su habita perfecta, se llama recorrer y parar, recoger y desechar, vivir y olvidar. Seguir, seguir…
Pues el mundo se iba a acaba. ¿No? El Y2k, Nostradamus…Para qué íbamos a hacer más que simplemente vivir. Y claro, en el 99 no paso nada, y tampoco paso nada el 2002. Y tampoco nunca nos llego ese futuro mejor que nos prometieron desde niños, porque siempre estábamos cada vez peor, y lo único que fue creciendo fue la realidad.
Yo vi Rambo I, II y III y Salí a la calle y ví matar al "mono", al "cholo" y a John Jairo Bravo. Todo para mi fue real y fue posible. Todos cayeron y en la pantalla decía: “Game Over”. Y yo le di continuar, o le saque más vida, o apague y volví a encender. Y si era en la vida misma, uno sabia, que otros ya habían podido seguir, que con los días, con el dejar pasar de los cuadros por segundo, y a pesar de los latidos, la vida pasa y las historias siguen, y como en la imaginación, todo continua, y hasta un poco mejor, hasta se puede seguir igual, o simplemente se puede seguir contar la historia. El mundo no se detiene si cierras los ojos, todo sigue ahí, sonando. Todo esto es una historia y estamos recorriendo para encontrar el fin.
Las políticas, todas cayeron y pasaron de la gloria a la miseria, del poder al repudio.
No admito que me digas que funciona, demuéstreme que funciona, tengo derecho a meter el dedo en la yaga, yo tengo derecho a saber la verdad. Ya nada me limita, todo esta escrito, las historias de nuestros pasados son conocidas y a veces –para mi gusto- muy olvidada, pero sin peros ahí están, la podemos conocer.
Yo crecí escuchando a los mayores y todas sus dudas y errores, y no necesite ninguna de las dos, porque nunca he tenido derecho sino a sus historias. Mis dudas son mis dudas, mis errores serán más grandes. El conservar – para mi- paso a ser el transformar. No somos una generación terca, más bien somos una generación salvaje, altanera, caminante, que corre, que huye, que imagina, que se golpea y que cae y se levanta, como si nada, porque todo es como si nada, como en un juego o como en la vida.
Nada. Para nosotros la felicidad es éste instante, hoy, ya! Saltemos o esperemos, para nosotros el placer y la felicidad pasa por la adrenalina y la vitamina, pasa por la acción y reacción.
No somos religiosos ni militantes, somos creyentes.
Dígame donde queda el paraíso, cuénteme la historia y yo la vivo contigo. No me corras pa´la foto, si mientras te tomas el tiempo para acomodarme, ya has perdido tantas oportunidades de buenas fotos. No me inventes el paraíso, hagámoslo, de eso se trata, eso es lo más divertido.
Ya el mundo y los inveticos y los paraísos de otros hicieron posible –por ahora- que existan los nuestros. Y los nuestros es la lucha desde abajo, esta basada en hacer, en el próximo paso, en el día a día, en uno a uno, y al final entre todos. Somos universales porque estamos todos, porque vivimos, porque nuestras historias están rodando al mismo tiempo..
Propongo contar historias de los hombres comunes asi sean excéntricos o sencillos, propongo todas las historia sin limite de moral y valores, los limites serán la realidad y la posibilidad desde el placer de hacer y de sufrir. Es el orgullo a no tener, a que le falta a uno, es un aplauso al poder de la imaginación, el poder de la palabra y las ganas que hacen otros mundos y valores y otras morales y otros límites con la contundencia de la verdad, de la belleza, de la fealdad, del horror, de la dicha, de la verdad, de la mentirita piadosa, de descubrir la mentirita, de llorar, de enojarse, se sentir, de estar vivito y coliando…
Propongo una temática de la minucia, de la vaina particular, todo desde lo individual, ya estamos hartos de ser del montón y que nos hablen en tercera persona. Que contemos las pequeñas historias que componen las enormes, porque al fin de cuentas son las mismas, hechas por la unión de todas.
Propongo una elección de cómo contar, qué contar, para poder revolucionar(se). Nosotros recordaremos y nos apoyaremos –en los buenos y malos momentos- en las historias de otros para armar las nuestras. Por eso debemos contar las historias de los hombres y sus luchas y sueños sin ocultar nada, sin corregir nada, sin una mentira, sin armar cuenticos, sin obvia lo obvio, sin olvidad el entorno, sin artilugios, para que todo -sin ningún filtro- les llegue a los oídos que quieren y necesitan nuestras historias, para que la próximas generaciones no sean una pared de icopor.
Propongo contar a estos hombres, y sus minucias, de forma actual, tal y como vemos el mundo hoy: como en un bus, como en el carro, como en una bicicleta, como cuando se camina. Así de agitada, así de visual, así de fugaz. Que estas historias tengan el tiempo que tiene el saludo en la mañana, los minuticos que tenemos para revisar el mail, el cuarto hora que pagamos en el café internet, el tiempo de un semáforo de una calle que no es principal. Que tenga el ritmo efervescente del mundo de hoy. Y que tenga la voz de sus autores, de los que la viven y sueñan.
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