martes, 17 de noviembre de 2009

Hoy, todos los radios sueltos

Antes de salir de Medellín la moto quiso ir para el otro lado, yo no la deje.
Con ese antecedente viajamos, nos movimos en el pueblo, y ya regresábamos, tres días después, en plenos 30 grados de Bolombolo, la moto se movía, parecía relinchar. Muy raro.

Pregunte por un taller, y me señalaron una cortina de de esas metálicas, donde se podía leer el nombre del local. Y si se puede leer en la puerta, es que la vaina está cerrada. Me acorde de un taller despuecito de “Pollos Don Mario”, pero creo que solo era Montantas. En fin, a ese fuimos.

Como había dejado de montar en moto, hasta las varadas, los tipos de varadas se me han olvidado. No entendía por qué brincaba la moto.

Solo cuando me dijeron: “Todos los radios están flojos” de una me regrese en el tiempo, Belén Rincón, casa en laberinto, manes súper tesos en la “codalada”, patio bulloso, día de trabajo perdido, esperar, y esperar, y esperar. Eso fue hace algunos años, y la moto era otra.

Ya había botado 4 radios, y se quebró otro a la bajada de la llanta. Entonces, para mayor seguridad, compramos 7 radios.
El tiempo pasaba, y el señor y su asistente iban suave poniendo uno a uno. Hablan de todo, y de nada. Sus temas iban cambiando, a medida que pasaban los carros: “Ahi va tal”, “Esos son los huevos”, “El bus de Jardín”, y así.

A las 5,30 apenas estábamos prendiendo la moto. Íbamos con tiempo, pa´irnos suave, y terminamos pasando la tarde sentado en un acera.

Yo le deje mi billete de 10 mil al mecánico, y le dije “todo bien” al ayudante, y a correr para Medellín, porque mi moto roja no tiene mucha luz que digamos.