lunes, 28 de marzo de 2011

un mes de mierda y otras noticias, parte 6

Ya es 08/03/11

Por primera vez durante este mes –larguito- de mierda y otras noticias, sentí tristeza/pereza/rabia de subir a la casita de campo.
Por primera vez en mucho tiempo no supe responderme ¿qué estás haciendo con tu vida?
No hay respuestas. O si las hay, son errores o elecciones erróneas. Siempre estoy en ceros, en tablas (como dicen en el futbol), sin nada, como en el comienzo de los tiempos.
Seguro debe ser porque ya estoy dejando los días en los que uno se prometía segundo a segundo un mañana mejor. Yo ahora, solo quiero un presente bueno, bacano, amable, mío.
Pero vamos por partes. Qué ha pasado antes de estar triste y rumbo a casa y sintiendo las gotas pegar en los plásticos, y sentir el frio entrase hasta el alma?

escuchando mezclas

El fin de semana pasado unos parceros vinieron a grabar la naturaleza, y así pasamos la noche del el sábado y el domingo.
Y la semana se fue en ir y venir día por medio al campo, y al otro día pasar la noche en la ciudad (en la oficina).
Y la moto ya estaba pasada de cambiarle aceite y pastas y bandas y etcéteras.

Chocolate de carretera, en un día de esos

Fue una semana llena, llenísima de trabajo hecho porque los otros (con los que camellas) andan alegres y quieren y quieren comerse el mundo; entonces, yo por contagio trabajo incansablemente.

Y así llega el fin de semana, y otros parceros visitan la casa. Y el cansancio, el humo y las pelis, y el leer y hablar, me entretuvieron en casita otro sábado y otro domingo.


Ya cuando el mes se anda cumpliendo, y no se está acomodado ni feliz del todo, pero se tiene unos gatos que juegan con cuanta mariposa hay en la manguita, y que la tarde caiga bonita sobre tu casa, y te dicen que te aman desde muy lejos, uno sigue entusiasta en medio de las no ganas, y del montón de malas suertes acompañantes.

Pero toda esa belleza llega hasta que vas a pagar tu primer de arriendo, y te reciben la plata, y te dicen inmediatamente que tienes que entregar la casa.
Pam! Pum! Plop! ¡A dios paraísos!

Le pregunte el por qué -un lunes a las 8am- a la arrendadora, y me dice varias cosas:

-Que su casa está hecha un mierdero. Que se le va a caer su bien más preciado.

-Que el mueble –en ele y rosado- que yo le deje quedar en mi casa se lo tengo que pagar porque los gatos lo tienen llenos de pelo.

-Que yo ando antipático los últimos días.

-y que tenía que pagar cumplido los 5 días del mes.

Sin poderlo creer, y temblando y a punto de llorar (no de tristeza, sino –como cuando el tombo me partió- de rabia e impotencia) en medio de esos argumentos tan débiles como queja de hermanito menor a la mamá que acaba de llegar a casa después de andar toda la tarde.

Le fui respondiendo, uno a uno sus argumentos. Le dije que yo era el que vivía en la mierda. Y que la verdad, los gatos solo han ensuciado la sala, que son 6 pedacitos de cemento rustico donde cagan y mean a pesar de tener todo el Carmen de Viboral para hacerlo. Así yo los golpee, así los grite, así me da mucha piedra ser un limpiador de mierdas semiprofesional.

Que el mueble rosado no me había sentado ni una vez, y que aspirándolo se arreglaba, pero si había que pagarlo, como el cemento lleno de orín, se cambia, se paga, se destruye y se construye otro.

Que estaba poco simpático, porque he tenido un mes de real mierda, donde no había podido comprar una bendita trapiadora, ni el resto de cosas y cositas que necesito para ubicarme en la casita, porque las platas de los negocios se demoran en llegar (como siempre), y porque la suerte me ha traído varadas y partes y demás cosas que me han mantenido más lejos de la gente que de costumbre, y así lograr no contagiar mi mala suerte a cualquier desprevenido.

Y que la plata, por lo cual ella(s) – la hija también estaba ahí sin bañarse llena de argumentos para que me echaran- reconocieron que me pedía la casa (por impuntual), era que estaba en el banco y apenas se pudo tener física el finde, y al final del domingo en la noche o el lunes en la mañana, a mi me parecía como lo mismo entrega.
Obvio, a ellas no les parecía lo mismo, y en medio de regaños y consejos y promesas –mismas que yo he querido cumplir pero como ustedes han leído no he podido cumplir- me dieron otro mes de prueba.

Ya eran las 8.30am, tenía que bajar a la ciudad, pero les dije que me dejaban vivir en paz, que me dejaran acomodar, y que de verdad me preocupaba que fueran tan estresadas y tan materialistas a la vez, porque yo era un relajado y poco materialista.

Triste baje a la ciudad.

Huí para el campo evitando la maldad de la gente mala de la ciudad, y la casera me sale complicadísima, metida, incumplida, y capitalista. ¡Maldita sea!
Que la gente “buena” porque no barra y limpie la casa obsesivamente, y porque soy un mal papá y un relajado con el tema de la plata me hagan sentir y me digan que soy una mierda, me termina de desilusionar la vida.
Ni los hippies dejan vivir en paz al que dice y hace diferente.


Lleve la moto al taller (era hora) y tratando de no deprimirme fatalmente, llevo estos dos días (donde he llorado rabias tristes delante de los gatos) más en silencio, a ver si escucho donde ando desequilibrado.

He contando a los que han querido las historias mias, tristes y comicas.
He mirado al suelo, porque más que del cielo, es donde saco fuerzas.
Y claro, he barrido y trapeado la sala y cada rincón en un martes a los 10pm a 5 grados (masomenos).
Tengo la sensación en la boca del estomago, esa que me echaron de aquí, de lo que decía como paraíso, y que ya no tengo sino un colchón y tres sabanas en Medellín. Una sensación como cuando no se tiene lugar, ni rumbo, ni metas, ni sentido.

No demora el autor de este espacio y estos textos, en dejar de llamarlo “Reticente”, y titularlo mejor: “Diarios de un señor triste”.
Hace poco llegó otro mensaje de mamá:

Vive y disfruta cada instante de tu vida ama lo que haces haz las cosas porque quieres ser feliz estas a cargo de tu propio ser y cuando sientas que tu corazoncito se te arruga no pienses que estas deprimido solo que estas distraído te adora mama”.

Con todas mis historias, a veces me dan ganas de comprar una nevera, y segundos después, se me quita.

Soy un sismógrafo que marca tristezas.

2 comentarios:

Manuel Gomez dijo...

Parcero un abrazo, se que ha sido un mes difícil, pero ojala todo se mejore pronto. Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Very intereresting reading. thx

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