miércoles, 15 de junio de 2011

"Me picaron unas abejitas, y me morí viendo la Champion League"

Estoy parado en la cocina, terminando de revolver el Moresco que deja la lengua naranja. Y cuando aún sonaba el tintineo de la cuchara contra el (ex)vaso de mermelada, en la sala, el televisor marca Kaiwi de Catorce pulgadas comprado en un diciembre de esos que nos iba bien y visitábamos San Andrecito, ya sonaba el sublime himno de la Uefa Champion League, y una voz decía que iba a comenzar “los noventa minutos del deporte más hermoso del mundo”.

No sé cómo lo hice, pero caminando con dificultad, con el vaso en la mano derecha y en la izquierda unas galletas con mantequilla, y en los sobacos las muletas, y en el piso de baldosas amarillas y rojas (casi vinotintos), dejé, como en el cuento de Hansel y Gretel de los Hermanos Grimm, un rastro de gotas naranjas y pedacitos diminutos de galletas saladas, que si quería, podía usar alguien para seguir el rastro de cómo y donde arrancó esta simpática historia.

Era de esos partidos abiertos, todos al ataque, “el todo o nada”, había que “ganar o ganar”, “gol de un lado y gol del otro” y yo, que desde hacia tres meses, cuando borracho me caí de la terraza, tres pisos, y aterricé parado, y que celebré como todo borracho que celebra estupideces, y desde que abrí los ojos y me vi en un hospital y me contaron que me desastillé los pies, el tobillo, la tibia, y que no me podían enyesar sino poner me iban a poner unos tornillo que salen del hueso hacia fuera en ambos pies, creo después de tantos meses inútil, era el primer momento en que sentía de nuevo felicidad. Culpa de estar viendo una casi final del mundo del año dos mil uno, sin que nadie, ni mis sobrinos ni mi mamá me molestaran, sin que las piernas, ya sea por la inflamación o piquiñas en los huesos que me han hecho mucha veces llorar, me dejara por un ratico en paz. Todo estaba perfecto, menos los árbitros que son unos hijos de puta, y una abejita que revoloteaba cerca al vaso de Moresco. Zhzhzhzhzhzhzhzhz!
Por estar manotiando el animalito que quería tener la lengua como yo, me perdí el primer gol de Liverpool. Maldita sea!!

Zhzhzhzhzhzhzhzhz!

Un tiro libre, cabezaso, y gol! Ahí, todo embelesado viendo las repeticiones del gol de Babbel, mandé la mano sin mirar al vaso, y sentí un chuzón agudo, milisegundo a milisegundo, sentía que quemaba. Mis ojos alcanzaron a ver volar el animalito rapidamente, y como cuando niño, con el dolor aumentando como quemadura en fogón, como un fosforo puesto en la piel, saqué el chiche de una, y me sobe la palma de la mano por un rato mientras veía jugar “de tu a tu” .

-”Menos mal vas a morir!!” le grite durisímo a la abeja, por encima de los gritos de las celebraciones del estadio Dortmund, lleno de holligan borrachos.

Lástima no poder pararme rápidamente al baño, y orinar y echarme en el ombligo con la punta de los dedos agua amarilla y salada. Eso era muy efectivo para que no se hinchace, o uno creía que ese calorcito en el centro del cuerpo le hacia contra al veneno que anda ya adentro.

Mientras recordaba mis orinadas de infancia, sentí un zumbido al lado de mi oreja derecha.
Zhzhzhzhzhzhzhzhz!
Por reflejos me aparte del aleteo, y otra abeja, y otra, deben ser de la familia de la que seguro anda muriendo por ahí, y me persiguen, y me zumban, y me atacan. Alcanzó a golpearlas con las manos y milisegundos después, siento que me pica en el cuello, en la mano, en la cara, y al mismo tiempo, otro zumbido suena en la otra oreja, Zhzhzhzhzhzhzhzhz! casi adentro en el tímpano, y aterrado me meto el dedo en la oreja, y un chuzón adentro en el oído me hace brincar, y me aporreo los pies, los chuzos, los huesos aun sin soldar. Tengo dolores diminutos pero fuertisímos por muchas partes del cuerpo.

Y me veo rodeado de animalitos amarillos voladores peludos, y me arde en la mano, en el cuello, adentro en la oreja izquierda, en la cara, y miro el vaso con liquido amarillento, y está lleno de abejas que se hunden en el agua manchosa, amargosa y refrescante.

De un golpe seco tiro el vaso al suelo. ¡Tasssssssss!, suena los vidrios al romperse en el suelo, y las abejas vuelan locamente, y el liquido se mete entre las baldosas, y mis piernas también duelen porque al levantarme con la tercera picadura, les hice una fuerza bruta. Menos mal no sangra, o eso creo.

-Mierda!. Grité, aún sabiendo que nadie estaba, y las abejas no entendían.
Tal vez era un panal que estaba adentro de casa, pensaba mientas trataba de sacarme el chiche del cuello, y pensaba en el de la cara y de adentro del oído lleno de cera venenosa, y me comenzó a dar una cosa como maluca.

Gol de Gerard. Golazo! Y mis carnes arden, y un loop de aleteo adentro en el timpano, que no me permitía ver las repeticiones del gol tranquilo.
Quince minutos. Cuando habían pasado tanto tiempo? Me había demorado tanto luchando, sobandome, recordando las meadas, volviendo a pelear? Recordando el dolor?

Para el gol del Alaves, minuto veinticinco del primer tiempo, ya sentía una pequeña dificultad para respirar, y la hinchazón en las picaduras y el color rojo aumentaba. Pero lo único que lamentaba era que ya no tenia moresco para comer con galletas.

-”En Discovery Channel mostraron que cuando te pican muchas es peligroso, pero cuatro picaduras no hace nada, y dos uno el partido, esto se pone bueno”. hable para mí y las abejas que andaban bebiendo en el piso.

-"Putas!” Se me safó al volver a sentir los punzones en mi cuerpo.

Veinte minutos despues, cuando el penalti del tercer gol del Liverpool que “inflaba las piolas”, ya veía pispirispis, y la respiración se me cortaba. Pero final es final, y esperaba con tranquilidad, que para el segundo tiempo, el Alaves y yo, saliéramos con nuevos aires.

Durante los comentarios y las propagandas, y desde el sofa roto de la sala, miraba a ver donde estaban los dichosos panales. No fuí al baño, porque no tenia ganas, ni fresco había tomado, y las piernas me dolían calurosamente.
Cerré los ojos, y solo los abrí cuando el segundo gol de Alaves. Me sentía mareado, los ojos no veían bien, y no me alegraba porque la cosa se ponía buenisíma con un gol de camerino....

En el tercer gol, de tiro libre, de Alaves, Sentí la oreja, el cuello, y la mano grandisimas. Además de no poderme parar por mis piernas malas, ya parecía que ya no tenia fuerzas, ni ganas. Pero, era el tercer gol de los Españoles, y que deporte tan maravilloso es el fútbol, pensaba, mientras la borrachera de veneno de abejas.

-”Así me muera por las picaduras, aquí me quedo hasta el final”. Susurre con rabia, mientras los de morado celebraban jubilosamente.
Para el cuarto gol de Liverpool, equipo rojo, seguro ya el choque -Shock- anafiláctico , había comenzado en este alérgico al veneno de las Apis mellifera.
El estadio gritaba de jubilo, y mis vías aéreas inflamadas, y yo con la mezcla de ambas cosas, me sentía incomodo y feliz en la sala de mi casa.

Minuto ochenta y ocho, gol de cabeza de un Jordi, para Alaves. Zumbidos en mis oídos, y la habitación parecía llena de pequeñas luces. Le subí más volumen al tv, que se pasaba solo de mono a estereo cada tanto.

Cuando celebraba un gol que no era mio, me la mano grande, y la muñeca hinchadisima, y quise gritar: -Qué chimba de final!!, y el aire no alcanzaba para hacerlo, porque escasamente solo podía respirar.

Los minutos que siguen, no soy el indicado para narrarlos, porque, de verdad, no supe qué más pasó. Solo se me fue subiendo la fiebre, se me intensifico el mareo, y hasta el auto “gol de oro” de los españoles y que le dió la copa a los once de Liverpool, minuto ventiocho del alargue, me la pase vomitando sentado, como podía, volviendo nada el piso de la casa humilde que algún día antes de esta tarde tiramos con alegría y con la ayuda de un chancecito que se había ganado mi padre por “La de Medellín”, y los locutores de Espn hacían poesía repentista sobre una gran final, llena de goles, de fútbol, de garra.

Lo ultimo que supe, además que el fútbol no son noventa minutos maravillosos, sino ciento veinte, fue una llave que abrió la puerta de la casa, y luego que la voz de mi madre discutiera con su hermana, mi tía, abajo en las escalas, masooomenos así:

-Pero mija, vamonos ya para misa, aprovechemos el impulso.

-Pero si tengo que fritar, y Harold debe estar desesperado solito...

-Ahhh! Que va, debe estar sentadote viendo fútbol. De aquí se escucha, vamonos,
vamonos!

Hubo un titubeo corto. Quisé gritar, pero el volumen estaba muy alto sonando los himnos y el confeti, y mi voz desaparecida, y yo ya no respiraba, escuche la puerta cerrarse de nuevo, y ahí nadie subió a ver mi cuerpo hinchado y la sala vomitada, y yo lleno de mierda, y las abejas revoloteaban cerca del reguero de moresco y pedacitos del “algo” que estaban en el piso. Nadie llamó a Emi, o me inyectó Esteroides que me recuperan de un shock en un tarde futbolera. Morí en mi ley.

(con algo de ficción)

1 comentario:

yoyuncigarrito dijo...

Cuando leí muletas me alcance a asustar. Bellaco!