lunes, 7 de diciembre de 2009

Hoy, El Junco se llevó el primer premio

En un santiamén estábamos en el calor, calorcisimo de Santa Fe de Antioquia.

Un pueblo con aire colonial, tanto, que uno (con ayuda del sopor, por supuesto) se va trasladando a otras épocas que nunca vivió, pero que se la contaron, o la vio en una foto, o unos cuadros (frames) de películas. Está uno como volando. No piensas. No sientes. No estas.
Toda la película llega hasta cuando, miro mis pies (porque no aguanto el reflejo del sol), y veo mis tenis marca N, y mi camiseta con la cara de Jimi Hendrix.

Para todos lados hay turistas en pantalonetas y faldas, y llevan gafas y la mayoría estan insolados, y las conferencias y las películas quedan algo lejos, y que HP calor meternos a escuchar a un critico (o académico) decir miles cosas. Mejor, cerveza y ver pasar la tarde.

El calor se fue, y con la fresca, y con la boca a sabor de Mamoncillo y cerveza, partimos a dar vueltas por las calles de piedra.
Saludamos a conocidos, y caminando, y luego gracias a uno de esos saludos, estábamos en el famoso Puente de Occidente.

Nunca había ido. Lo caminamos despacio, con miedo, alegres.
Ese serenito nos refresco, y teníamos las firmes intenciones de subir al pueblo caminando, y como era nuestro día de suerte, nos recogió otra alma de Dios, y ahí si, en un dos por tres, estábamos en el pueblo.

La “representante” del grupo alcanzó a ir al cóctel, y luego comida “rápida”, y luego sentados en unas sillas blancas esperando el evento de premiación de “Antioquia para verte mejor”.

Y bueno, la espera (durante años y años de camello y productos) por fin un jurado elegía nuestro video como el ganador.
El resto fue sonrisas, y puños cerrados (no muy altos) celebrando que el bonito documental “El Junco, un pueblo de Colombia”, era visto por mucha gente en un pueblo cercano al lugar donde los “viejos” que nos abrieron sus casa y corazones.
Nos devolvimos a casa tranquilos. Nada cambia, por haber ganado. Tan vez con el cheque podamos comprar alguna cosita, y la “claqueta” nos adorne la sala. Lo demás, es puro trabajo, no dejar de trabajar, de insistir, de contar las historias.
Nosotros a pesar de todo, seguimos resistiendo y tratamos de estar en la vanguardia de lo que nos gusta ver y hacer en el oficio que escogimos: hacer audiovisual sincero, radical, humano, poetizado.

Muchas, pero muchas gracias a los que han creído (y apoyado) en el proyecto estético, ético y hasta político llamado Punto Link. Este no el primer triunfo, esta es la materialización de muchos que ya hemos celebrado, y el anuncio que vienen muchos más.

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