domingo, 4 de octubre de 2009

Hoy, estuve en la Cumbre Mundial de Paz

Empaque todo en mi bolso Toto, que ya tiene muchos rotos.
Y me metí a hacer un viaje, que no debí hacer. Pero ya con haber dicho si, y con un marco tal, que no ir sería cobardía.

En la silla 17 de un bus comodisimo de “Bolivariano”, me conecte a una red “vecina”, y le avise a “todo el mundo” que ya me iba, y que buen viaje.
Y el a pesar de no haber hecho mucho en la semana, excepto estudiar y digitar ideas en documentos con diferente nombre, viaje a Bogotá a la Cumbre Mundial de Paz. Abrir los ojos, ver un paisaje frío, volver a cerrar los ojos.
Comer cualquier cosa a las 2am en una cafetería de un pueblo caluroso. Abrir los ojos, y el frío, y la película ya no esta, y quieres grabar con tu cámara, pero cierras los ojos, y fundido a negro, y ya medio bus se esta bajando, y bueno, pones un pie en la Capital, y te recibe con un clima que no tiene piedad, y con gente parca, muy parca.

Pensé en la gente que llega a Bogotá desprotegida, sin lugar donde llegar sin planes para el día, sin amigos que si te ayuden. Hotel equivocado. Los problemas de comunicación entre la organización y Juan David rendía sus frutos. Buscamos el Dann Colonial, y a las 5 estábamos tocándole al parcero la puerta del 605.
Pa´que puso la tranca!

A las 7,30 estaba desayunando con huevos, y tuiteando.
Fui al Planetario, tempranito. Y no había nada. Eso me dijeron. Llame al número de contacto, y me dijo que era en otra parte. Dudando mil veces, fui hasta la Luis Angél Arango, caminando en un centro de Bogotá bellísimo, que estana abriendo los locales, y apenas llegando los ladrones y los policías, y con un aire tibio que te despierta.
Ya veras en la crónica de video (en un próximo post) que allá tampoco era. Y bueno, de nuevo, pero en Taxi, en el Planetario. Estaba ya cansado, y hasta el susto se me había quitado. Al final la falta de comunicación y los problemas hace parte de lo alternativos que somos, lo extraño de un bloguero en Bogotá contando que cuenta, entonces, a pesar que nos escuchamos el cuento entre los mismos que fuimos a exponer, me sentí feliz de decir en 45 minutos, o menos, puras palabras que a mi me parecen que están llenas de una belleza mía, que me sorprende.

Ahí les dije un poco de cosas (que en estos días también leerás en este blog), en las que creo, en las que me paso el tiempo libre, y también el tiempo del laburo.
No hay fotos. No puedo hablar, buscar archivos en un computador, y mirar a la gente que estaba a mis espaldas (por la posición única que disponen los dueños del Auditorio), y grabarme al mismo tiempo. Imposible. Pero alguien, seguro, me mandara una fotico de esa exposición tan escueta y sencilla, que con todo respeto llevaba demasiada energía.

Escuche atentamente lindos proyectos que no sabían que existían. Los anote en mi memoria. Y también me prometí que debía sacar el tiempo para conocerlos, y para hacerles bulla. Hay mucha gente que esta resistiendo, igual que uno. Tenemos que unirnos.

Y comí pollo hablando de todo con estudiantes de Ciencias Políticas.
Hace días no comía pollo. No lo acostumbro, pero ante la falta de plata, era el almuerzo más barato.
Casi corriendo, después de grabar una marcha,

llegue a un gran panel, que le hablaba a más gente, no más de 40, pero donde me sentí feliz, viendo y escuchando ideas tan claras y con tanta fuerza dichas y hechas en un país matón y traicionero.
Desde Hollman Morris, defensores de animales, grupos de cultura de barrios pobres, revistas y medios de comunicación alternativa e independientes, hasta yo. Esa era la diversidad.

Aprendí mucho. Y también dije mis cosas. Me sentí hablando por todos los Periodistas Ciudadanos, por lo reporteros de la cotidianidad, por los blogueros sin ninguna ambición que contar que estamos aquí, y que es ahora el momento nuestro.

Entreviste rápidamente a algunos, hasta que se acabo la memoria de la cámara. El portátil que lleve me sirvió para tuitear, porque ni para descargar y liberar espacio tuve tiempo.
Camine hasta el hotel. Me refresque. Salí de nuevo a la Candelaria, a esas calles tan bonitas y con escenas tan únicas. No lleve cámara, entonces esas escenas quedaron en la memoria natural. Que también a veces revela datos. Comí un chocolatico con almojábana y queso, y pan en el sitio que había comido en mi primera vez en Bogotá. Lo mejor.

De nuevo al hotel. Ya tenia la decisión tomada, Medellín hoy mismo. Antes de salir, llego el chico que desperté a las 5am. Hablamos de cualquier cosa durante un rato. Hacia video, era de Apartado. Lo mire con alegría, e indirectamente le pregunte por la comunidad de Paz.
Y bueno, quedamos que en la vida nos veíamos. Y creo que será pronto.

Taxi cogido en la Séptima. Hablada larga con un taxista joven y acelerado. Bus de las 11pm. Un viaje incomodo.

Me quedo este cartelito, y muchos contactos, y muchas historias para contar, como: que llame a mi papá y le dije que me había ido muy bien, o que me robaron la fila siempre, o que el taxista se iba en diciembre para Medellín en moto con los amigos.

Pero esas cosas se las cuento otro día, porque hoy yo no tengo más, y creo que usted tampoco.

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