jueves, 3 de diciembre de 2009

Hoy, un incidente

El teléfono sonaba en mis sueños. Suene y suene y suene.
No me levante. Escuche a mi hermano contestar, y como era una hora atípica, por supuesto era una llamada atípica.
“No! cómo así?!!” esa frase en boca de mi hermano es para temer.

Yo aun seguía dormitando.
Los murmullos se alejaron. Siguieron más noes, y muchos sonidos de queja.
Yo seguía dormitando, pero pensé que era grave, pero no tanto, porque luego vino el debate, las tesis, y esas cosas. Lo que quiero decir, es que no había muertos.

Me anime a ponerme la pantaloneta al escuchar el “pip” del colgado del teléfono inalámbrico.

-“¿Parce, sabe qué paso? Lo peor!”

Yo mire al pelao, pero no lo vi muy desencajao, la noticia era mala, sin duda, pero no tan grave.

-“¡¿Qué?!”

-”Atracaron a papá”

Y bueno, me contaron el incidente según como se los habían contado.
Eran las 6 de la mañana de un jueves.

Intente volver a la cama y pensar en el “cucho”, en su platica, en la vida. Abrace las almohadas, y di vueltas. No me dormí, solo pensé con los ojos cerrados.

Prendí el PC, y le conté al mundo, y puse una seña en un mapa.

Tantos años saliendo a la misma hora, por la misma puerta, y el mismo celador, que le hicieron la estrategia, el “laboratorio” como dicen en fútbol, la “vuelta” como dicen en el bajo mundo.

Llame a la casa donde se queda mi papá, y me contaron otro pedazo del chisme.
Que el taxista los vio en el parquecito. Que eso debe ser Coopebombas, que allá debe ser.

Nosotros pensamos en otra cosa. Pero no podíamos hacer nada más que pensar, pues mi papá después del “incidente”, no sé cómo (supongo que el hermano le presto) salio de todas formas para la Plaza Mayorista. Como todos los jueves.

Le quitaron los 2 milloncitos de pesos que llevaba años tratando de hacer suyos, para poder tener un “plantecito” y así poder trabajar sin que nadie lo humillara. Hoy en un chasquido se fueron. Bueno, no tan rápido, porque dice mi papá que él iba a salir, y el taxi no había llegado, y cuando llego, el celador le abrió la puerta peatonal (que es electrónica), y cuando se monto y se iba acomodar bien en la silla, vio un man que desde afuera le apuntaba con un 38. Que le quito las llaves al taxista, y que de una llego otro man por el otro lado de la ventana.
Dio tiempo para esculcarlo, y esculcarlo. Y lo que más triste pone a mi padre, es que dio tiempo para insultarlo de todas las formas. Que uno de los manes le gritaba al otro: “Mátalo, mátalo, mátalo”.

Menos mal el hijo de puta no se envalentono, porque nos había tocado correr a las 2.30am, y nos había tocado ir a recoger a nuestro padre muerto.

Que el celador no hizo nada, y que eso también lo salvo. Dice bellamente Alirio.
Ese señor que vigila la urba, y que despierta a mi padre con el citófono, podía, pudo, hacer llamado a la Policía. Tuvo tuvo todo el tiempo. Porque dieron vueltas, y requisaron, e insultaron un rato.

Y los de Coopebombas, prestigiosa empresa, cuantas sospechas quedan sobre ella. Es que llevan como 25 años (exagerando, por ahí 20) llevando a mi cucho hasta la plaza mayorista, a la misma hora. Algún pillo taxista, se pudo pillar y armar la vuelta. O eran cómplices con este taxista. Pues, le quitaron la llave pero se la tiraron cerca, como para que las encontrara. No tenían corazón para mi padre y su cabeza baja y sus labios cerrados, y si tuvieron piedad con el desconocido taxista que no le robaron plata siquiera. Muy raro.

¿Qué hace uno en estos casos? Poner las denuncias. Y agradecerle a los dioses que mi taíta siga vivo. Y cambiar de residencia. Y cambia la forma de manejar la plata. Y rezar.

Hoy, 3 de diciembre, de nuevo, la vida nos ha quitado lo que luchamos durante mucho tiempo, y lo único que nos dejo fue la vida para seguir llevándola como nos dejen.

1 comentario:

Esteban M dijo...

Ya los ladrones tendrán su merecido, sea divino o sea terrenal.

:,(