Que alguien me dijo que me veía con un semblante diferente después de vacaciones. Sonreí, para decir que tenia mucha razón, pues, descanse y dormí lo que quise.
Lo que no dije, es que desde el domingo por comer vainas recalentadas y muy condimentadas mi estomago duro resentido tres días (doliendo, con sonidos, con diarrea), y que ando con monedas de 200 y de 500 en todos los bolsillo del bolso y todos -con excepción de un señor de una bomba y una tendera- desde la langaruta vendedora de vicio hasta la niña de la tienda me miraron sospechosamente pobre, y qué más? que la tristeza no se va y se queda ahí queda como si la hubiera contratado de forma vitalicia.

Son las 11,38pm, y llueve y llueve y llueve y llueve. Es martes, y ya estoy mamao, y me aparece de nuevo los dolores en las “coyunturas” y en la espalda, y se asoma por una esquinita las tristezas.


En el reloj luminoso de puente de la Universidad Nacional decía que eran las 8.45pm. Ciclovia, entonces la “Regional” congestinadisima. Y muchisíma agua, y las Palmas estaba abierta, pero solo carros pequeños y motos. A los otros los estaban mandando para la autopista. Vi a la gente que iba en un bus de Rionegro (chachafruto) y pensé: “Pobres, no van a llegar a la casa nunca”.
El reloj luminoso del Alto dijo que eran las 9.15pm. Y por esa oscuridad, que siempre he evitado coger de noche, y a demás cayendo tanta agua, y que me atreví porque tenia animos nuevos y fuertes, y porque los gatos se mueren de hambre si no subo. Atravesé toda esa frialdad, ese curverio, esa estreches, y agua y agua y agua (fuemadre, la alternativa es peligrosa), hasta llegar a San Antonio, a una tiendita donde siempre compro cuando no alcance el super o no voy a alcanzar la tienda Mixta de la vereda, donde en su reloj de alguna marca de remedios decia: 9,55pm. Me desencarpe, y saque moneditas, y qué descanso, alcanzaba para comprar la panela, el pan y las arepitas que escasean en la cocina.

Comidita a los gatos. Me trague la coca fría que me dejo Aide (jefa de alimentos en Punto Link) ayer en la nevera, y ahora, estoy metido entre las cobijas, donde le tomo un trago de agua de mi tarrito brindando por el cansancio, y me fumo alguito celebrando las tristezas.
Tengo que seguir, fuerte, sin declinar, para que cuando llegue el verano, y pueda disfrutar muchisímo. Y cuando se vaya la mala suerte (que no va a pasar porque yo soy un des-graciado) me la pase genial. O cuando vuelva el amor yo este preparado para estar completo, feliz.
2 comentarios:
un des que?
Manuel, un De-des-graciado!!
una tecleada mal supongo que borré ese pedacito.
Un abrazo, y gracias por comentar, y leer.
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